NACHO TEMIÑO. Especial para EL MUNDO
VARSOVIA.-
«El hecho de que EEUU instale una base antimisiles en Polonia y la República Checa es una clara amenaza militar para nosotros», aseguraba ayer el general ruso Vladimir Popovkin, quien opina que esta situación «puede cambiar el frágil equilibrio estratégico logrado después de tanto tiempo en Europa».
Mientras, en Washington se defiende la necesidad de extender el escudo antimisiles a Europa con el objetivo de interceptar posibles ataques desde Corea del Norte, Irán y el resto de estados parias, definición utilizada por el Gobierno de Bush para referirse a los países considerados como terroristas.
De acuerdo a los planes norteamericanos, en la República Checa se instalará un radar de larga distancia capaz de detectar los misiles enemigos, mientras que la base de misiles balísticos encargados de interceptar en el espacio cualquier ataque, se ubicará en Polonia. En total, el refuerzo de la seguridad norteamericana en Europa del Este supondrá un desembolso de más de 10 billones de dólares, y se unirá a las bases de California y Alaska, donde ya está operativo el escudo antimisiles. «Washington ya ha hecho una propuesta a Varsovia y a Praga, ahora sólo nos queda sentarnos a negociar», explica Daniel Fried, subsecretario de estado norteamericano, en una entrevista publicada ayer en el diario polaco Rzeczpospolita.
Por su parte, el Gobierno checo celebraba ayer la decisión de EEUU. «El establecimiento de un moderno y potente sistema de radar nos va a beneficiar a todos», se congratulaba el primer ministro Mirek Toponalek, quien asegura que gracias a este escudo «aumentará la seguridad de los checos y la de todos los europeos». Cientos de personas se manifestaban en las calles de Praga para protestar contra el Gobierno.
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