Martes, 23 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6246.
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MUJERES EN LA LUCHA / La entrevista / AYAAN HIRSI ALI Ex diputada holandesa y escritora
«Serán las mujeres quienes rompan la jaula del fundamentalismo»
ANA ALONSO MONTES

El siglo XXI será de las mujeres. No es una proclama, es un hecho. La demócrata Hillary Clinton disputará muy probablemente la carrera hacia la Casa Blanca. La socialista Ségolène Royal tratará de ocupar el puesto de Jacques Chirac. Y la canciller alemana, Angela Merkel, ha tomado el timón de la Constitución Europea y del Grupo de los Ocho. Pero no están solas. Otras mujeres llevan a cabo una labor en favor de los Derechos Humanos que se transforma en auténtica batalla, una batalla en la que muchas, como la ex diputada holandesa Ayaan Hirsi Ali o la periodista afgana Jamila Mujahed, arriesgan su vida. Luchan por las libertades contra los autoritarismos de uno y otro calado. Creen que el presente es un arma cargada de futuro.

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MADRID.- Hay mujeres que están dispuestas a morir por sus ideas. Hay mujeres que luchan por otras mujeres. Hay mujeres cuya vida arrancó en la Edad Media para aterrizar en el siglo XXI en apenas tres décadas. Hay mujeres que sueñan con un mundo mejor. Hay mujeres coraje y mujeres revolución. Ayaan Hirsi Ali (Mogadiscio, 1969) es todas y cada una de esas mujeres.

Hija de un disidente somalí enfrentado al régimen comunista de Siad Barre (1969-91), se rebeló contra un destino que le condenaba a ser esposa y madre antes que persona. Contradijo los dictados de su abuela, quien hizo que le practicaran la ablación, los de su madre, devota musulmana, e incluso los de su padre, que fue realmente quien apalabró su boda con un familiar lejano que vivía en Canadá. Pero no se resignó y en una escala en Alemania, en su viaje hacia Canadá, se desvió de la recta vía y se encaminó a Holanda, donde le concedieron asilo político.

Tuvo que aludir a la condición de disidente de su padre en lugar de a la auténtica razón: había sido entregada en matrimonio contra su voluntad. Y se había rebelado.

En su país de acogida, Holanda, descubrió cómo son las «sociedades abiertas», estudió en la Universidad, fue diputada (primero con los socialistas y luego con los liberales), y se inventó de nuevo. Ya no era aquella joven que justificaba la persecución contra Rushdie por los Versos Satánicos. Incluso se dio cuenta de que había dejado de creer en Dios.

Su lucha contra el islamismo fundamentalista le llevó más lejos aún. Denunció la cultura de la sumisión de las mujeres que ampara el islam en Submission I, dirigida por Theo Van Gogh. Un fundamentalista acabó con la vida del director el 2 de noviembre de 2004 y dejó clavado en su pecho una amenaza contra Ayaan. Vivió en la clandestinidad, protegida por el Gobierno holandés.

En mayo de 2006, la ministra de Inmigración de ese Gabinete, Rita Verdonk, pretendió aplicarle la ley a rajatabla y retirarle la nacionalidad holandesa por haber mentido sobre su nombre y fecha de nacimiento al entrar en el país. El Parlamento impidió la medida, pero ella se marchó a EEUU, como ya tenía planeado antes, a trabajar en un think tank conservador, el American Enterprise Institute. Recala por segunda vez en España para presentar su autobiografía Mi vida, mi libertad (Galaxia Gutenberg. Círculo de Lectores).

Pregunta.- Su vida es intensa. ¿Cuál ha sido la experiencia más dolorosa que ha tenido?

Respuesta.- Dos muertes. La de Theo Van Gogh y la de mi hermana. Al ser asesinado por la película, me sentí responsable. Y a mi hermana la echo muchísimo de menos. Estas dos muertes me han marcado.

P.- Theo Van Gogh fue asesinado por la causa que usted también defiende. ¿No cree que arriesga demasiado por defender sus ideas?

R.- Estoy convencida de que estamos en una guerra y en una situación de guerra deseas hacer algo. Todo el mundo está en situación de riesgo, aunque la mayor parte de la gente no lo sepa, y yo estoy muy contenta de aportar mi granito de arena. ¿Qué nos espera si ganan los islamistas esta guerra? Quieren tomar mi libertad y tu libertad.

P.- Hay quien compara «el peligro de islamización» actual con la situación que se vivió en el nazismo en los años 30 cuando no se tenía en cuenta la amenaza que suponía. ¿Coincide con esta visión?

R.- Hay muchas similitudes entre nazismo, comunismo e islamismo. El Estado islámico es un Estado totalitario que cree en una utopía totalitaria en la que el individuo está subordinado al colectivo. Además, busca el poder absoluto en el gobierno, las escuelas, la familia... Todo el mundo debe creer y no se puede formular crítica alguna. Con el comunismo y el nazismo la situación era la misma. Cualquier tipo de crítica era castigada con la muerte. Son sistemas inferiores por no tolerar la crítica, mientras las sociedades abiertas, que permiten la crítica, son superiores.

El contexto es distinto porque tenemos la experiencia del nazismo y el comunismo, por lo que no tenemos excusa para decir que no sabemos lo que está pasando. En Europa y Occidente la mayor arma de los islamistas es ese recurso al apaciguamiento, por ejemplo, aludiendo a la islamofobia, que es un mito. Cuando empiezan a predicar su ideología, ya sea el nazismo o el islamismo, nadie les tiene en cuenta porque parece una locura. Si en Somalia hubieran preguntado en los años 80 si veían posible la imposición de la sharia, se habrían echado a reír. Por eso cuantos más europeos sean conscientes de la amenaza, más factible será desactivar esta ideología.

P.- Usted alerta sobre los peligros de la política de apaciguamiento en la relación de Occidente y el islam.

R.- Porque los islamistas usan las libertades de la sociedad abierta para destruirla. Y jamás protestan cuando hay asesinatos en nombre del islam, como el de Van Gogh, o atentados como el de Madrid.

P.- Los islamistas conocen mejor nuestra sociedad.

R.- Vivimos en sociedades abiertas y es fácil penetrar en ellas. Pero es difícil hacerlo en una ideología cerrada. Aún así no existe la excusa de la ignorancia porque podemos leer el Corán y podemos ver quién es religioso y tolerante y quién no.

P.- ¿Usted confía en las mujeres para emprender esta revolución?

R.- Serán las mujeres las que rompan la jaula del fundamentalismo, si se les brinda la oportunidad como yo la tuve. Las mujeres son las que tienen más que ganar y si se sienten humilladas y frustradas, buscan chivos expiatorios (Occidente, EEUU, los judíos...) y lo transmiten a sus niños. Para ello necesitan educación, independencia financiera y recuperar su identidad sexual. Así generarán confianza y la transmitirán a sus hijos. Y será por el bien de todos. Será posible si les damos a las mujeres y niñas musulmanas que viven en Europa una formación y ningún control social.

P.- Pero el islam no es la única religión que se basa en la sumisión.

R.- Por supuesto, pero el resto de las religiones han aceptado que son una de entre muchas. El islam, no.

P.- Sobre el debate del velo, ¿cuál es su posición?

R.- La prohibición del velo afecta a los países europeos que se plantean hasta dónde llegan los límites de la religión. En Francia dicen que la escuela, pagada por el Estado, es un terreno neutro y para todas las fes. En la calle pueden colocarse el velo de nuevo. Pero el velo no es la tela en sí sino la moralidad que implica, una moralidad que deja a la mujer sin velo en un papel de buscona y al hombre como a un violador.

P.- Ha dicho que la islamofobia es un mito. Pero hay árabes y musulmanes que sufren discriminación.

R.- Existe esta discriminación y hay que luchar contra ello. Pero no puede ser un argumento para introducir una ideología totalitaria.

P.- ¿La clave es la educación?

R.- Claro que es la clave y bien lo saben los fundamentalistas, que construyen sus propias escuelas y universidades en Europa, mientras los sistemas educativos europeos cada vez están más deteriorados.

P.- En su país de nacimiento, Somalia, se está librando una batalla entre EEUU, que apoya a Etiopía, contra los islamistas. ¿Respalda este tipo de intervenciones? ¿No se trata de un nuevo colonialismo?

R.- Es un colonialismo compasivo porque controlan el país pero a cambio de paz y orden. Pero han de intervenir y quedarse el tiempo suficiente para establecer la democracia. Que no vayan y en un par de años quieran salir como en Irak.

P.- Es un mundo con EEUU como superpolicía global.

R.- Lo es. Y prefiero que sea así a que China o Rusia ejerzan ese papel.

P.- Ahora emergen mujeres en el primer nivel de la política mundial. ¿Cambiará algo?

R.- No creo que por ser mujeres lo vayan a hacer mejor en política. No es suficiente. En las sociedades abiertas no hay discriminación contra las mujeres. Pero me siento orgullosa de estas mujeres. Luego veremos qué decisiones adoptan.

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