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La ausencia de prueba no es prueba de ausencia (Carl Sagan) |
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Impresiones |
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Serbia, entre el futuro y sus viejos demonios |
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Si algo han dejado claro los comicios serbios es que el país se halla profundamente dividido entre quienes apuestan por el futuro y quienes permanecen atrapados en los viejos fantasmas que asolaron los Balcanes en los años 90. No hay una sola Serbia: hay dos. La primera la lidera desde su celda de La Haya el ultranacionalista Seselj, que colaboró con la política genocida de Milosevic y cuyo partido (SRS) obtuvo el porcentaje más alto de los votos (28%). La segunda, mucho más fragmentada, está representada por quienes apuestan por la lucha contra la corrupción, las reformas económicas y la integración en la UE. Por suerte para la estabilidad de la región, será esta segunda Serbia la que gobernará en Belgrado. Descartado de cualquier cábala el partido de Seselj, el presidente Tadic y el primer ministro Kostunica -viejos antagonistas pero aliados de conveniencia en estos años- están obligados a entenderse. Les esperan a corto plazo asuntos tan espinosos como la decisión de la ONU sobre Kosovo y la reapertura de las negociaciones con Bruselas, congeladas por la negativa serbia a entregar al general Mladic a la corte de La Haya. Sin renunciar a su petición, la UE debe ser flexible y respaldar a Tadic y Kostunica. Si no lo hace, corre el peligro de que la otra Serbia -la que se aferra a sus viejos demonios- acabe por imponerse.
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