Martes, 23 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6246.
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 OPINION
Obituario / ABAD PIERRE
El valedor de los desposeídos
Creó la Comunidad Emaús, hoy presente en más de 40 países, para ayudar a los más pobres, a quienes prestó su voz
RUBÉN AMON

El abad Pierre tenía el mérito de haber arraigado su fama de santo en un país laico y descreído, como es Francia. Ha muerto cuando las encuestas de opinión revelan que el 50% de sus compatriotas ya no se dicen católicos. Y ha muerto también cuando el Gobierno se ha propuesto resolver con la palabra y la ley el problema de los vagabundos sin techo, muy numerosos en París y otras ciudades del país.

La iniciativa es el resultado de la presión callejera de Los hijos de Don Quijote, aunque este movimiento de nuevo cuño no hacía sino aprovechar la inercia solidaria que el abbé Pierre había creado hace medio siglo con la Comunidad Emaús.

Ahora comprende 114 sedes, aglutina 4.000 voluntarios y trabaja en 40 países, reivindicando un lema de emergencia que muchas veces ha colisionado con la visión de la ortodoxia vaticana: «Primero dar de comer, después evangelizar». Es el primer mandamiento de un sacerdote que ha sobrevivido 94 años en el exilio de la marginalidad. Unas veces para acoger prostitutas y suicidas. Otras, para combatir la hambruna en Africa y para agitar la conciencia de los acomodados accidentales.

Imposible olvidar a este propósito el llamamiento que el abad Pierre hizo desde los micrófonos de Radio Luxemburgo: «Hermanos, amigos, una mujer anciana acaba de morir congelada en la calle. No dejemos que vuelva a ocurrirnos esta vergüenza».

Sucedió en 1953 y tuvo mucha repercusión informativa, aunque la ejecutoria del sacerdote, nacido en Lyon en 1912, ya era bastante conocida porque se había significado activamente en la resistencia nazi. No sólo bregando contra el régimen de Vichy desde el púlpito y la calle. También organizando el alojamiento clandestino de los judíos.

Sorprende desde este punto de vista que el abad Pierre hubiera sintonizado en 1996 con la causa del intelectual Robert Garaudy, acusado por los tribunales franceses de mantener las tesis negacionistas del Holocausto. Su amigo sacerdote acudió a solidarizarse públicamente, aunque semejante posicionamiento -argumento de una aparatosa disputa dialéctica con Henri Lévy-, representa uno de los aspectos biográficos más controvertidos e impunes de una biografía esencialmente ejemplar.

Ejemplar hasta que la Santa Sede consideró inaceptables las revelaciones que el siervo de Dios concedía en su último memorial. Se titula Dios mío, ¿por qué?, fue publicado en otoño de 2005 e introduce una serie de reflexiones incendiarias sobre el celibato, la tentación sexual y la transgresión del voto de castidad: «Entregar la vida a Dios no suprime la fuerza del deseo. Yo mismo he cedido a ella de forma pasajera. Pero jamás he tenido una relación regular porque no he permitido que el deseo sexual se enraíce. Ello me hubiera conducido a vivir una relación duradera con una mujer, lo que contradecía mi opción de vida», confesaba el abad Pierre a los 92 años.

Era una manera de expiar sus pecados oficiales públicamente, aunque, en realidad, la iniciativa del libro pretendía introducir una reflexión contemporánea en la crisis de vocaciones. De hecho, el fundador de los hermanos de Emaús era partidario del concubinato razonable: «La Iglesia necesita vicarios casados y otros célibes que se dediquen por completo a la plegaria y al servicio a los demás. No miremos su estado civil ni su vida sexual. Agradezcamos, en cambio, su compromiso con el prójimo».

Unos y otros puntos de vista acercaban al abad Pierre a la opinión pública francesa. Tanto, que sus compatriotas le reconocieron durante 14 años (1989-2003) como el personaje preferido. Después, le sustituyó Zinedine Zidane, balón de oro y becerro del mismo metal en una sociedad que el sacerdote francés consideraba enferma y decadente.

No forma parte de ella. Murió ayer en el hospital de Val de Grace a las seis de la madrugada, víctima de una pulmonía o víctima de sus 94 años. El presidente Chirac le envío un ramo de flores e hizo llegar un mensaje a la nación: «Hoy somos todos los franceses los que tenemos roto el corazón. La muerte del abad Pierre nos produce un inmenso respeto y una profunda afección».

Abad Pierre, sacerdote católico y fundador de la Comunidad Emaús, nació en Lyon (Francia) en 1912 y falleció el 22 de enero de 2006 en París.

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