Miércoles, 24 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6247.
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La cesión de la Agencia Tributaria es formal pero excesiva

La creación de la Agencia Tributaria de Cataluña es el primer proyecto de ley del Gobierno de José Montilla y el primero que despliega todo el abanico legislativo que debe suponer el nuevo y vigente Estatut de Autonomía de Cataluña. El encargado de presentarlo fue el conseller de Economia i Finances y único representante del antiguo sector catalanista del PSC que mantiene su condición de hombre fuerte tanto en el partido como en el Gobierno. Y es que Montilla le necesita por cuota y por prestigio. La cuestión de la Agencia Tributaria catalana levantó ya durante el año pasado suficiente polvareda. El conseller Castells negoció directamente con el ministro de Economía y Hacienda, Pedro Solbes, la creación de la nueva agencia. Solbes, uno de los veteranos del Gobierno del PSOE y experimentado comisario europeo, se mostró siempre contrario a la idea de crear una agencia catalana. Ante la insistencia de Castells, Solbes fue vaciando de contenido la nueva entidad catalana para que tuviera la menor incidencia posible. Aún así, el proyecto presentado ayer por Castells rompe la unidad de caja, sólo favorece la descoordinación entre las diferentes haciendas estatales y autonómicas y, lo que es más importante, sólo aportará confusión para el contribuyente por mucho que el Govern insista en afirmar que una vez consorciadas las agencias española y catalana, los ciudadanos disfrutarán de la ventanilla única. Pero no será así con el impuesto de sociedades, ni con el de grandes contribuyentes, ingresos de 60 millones de euros para las compañías, de seis millones para los particulares, que seguirán dependiendo de la Agencia Estatal para disgusto de Castells y en beneficio del más elemental sentido común.

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