Al conocer la noticia, Cruz perdió los papeles. «Me entró como una especie de ataque de risa y de llanto a la vez», reconoce la actriz a EL MUNDO a través del teléfono, un par de horas después de recibir la noticia por televisión. «Estaba en pijama, por el suelo, con mi perros», dice. Una imagen imborrable que su padre Eduardo, que está de visita en California, intentó inmortalizar con una cámara.

Pero antes, tocaba pasar nervios mientras no escuchaba su nombre, recitado en medio de cuatro actrices más que consagradas: Helen Mirren (La reina), Meryl Streep (El diablo se viste de Prada), Kate Winslett (Little Children) y Judi Dench (Notes on a Scandal). Y la breve espera fue un suplicio para todos menos para Penélope, que no sucumbió a la nerviosa ansiedad de lo inminente. «Salma me dijo que estuviera despierta a esa hora», explica. Es decir a las 5.30h. de la mañana, hora local (una deferencia para el público europeo). Una barbaridad horaria que, después del notición, pierde su efecto incordiante.

Hayek quería que su amiga del alma fuera testigo directo de su momento de gloria. «Sé que voy a leer tu nombre, tengo esa sensación», le había dicho en una conversación la noche anterior. Todo lo contrario de lo que esperaba Cruz, que quizás, al final, creyendo en sus posibilidades decidió seguir la miniceremonia en directo. «Es que es imposible no pensar en ello cuando te dicen todos los días durante meses que existe esa posibilidad».

Y así fue. Las matemáticas se portaron bien y dieron el visto bueno a las probabilidades de la actriz, que no esconde su desánimo por la mala suerte de Pedro Almodóvar. «Yo pensaba que la que teníamos segura era la candidatura de película extranjera. Cuando no salió, me quedé un poco triste y decepcionada de que no le dieran nada. Ni siquiera la de guionista o director». Para enmendar esa contradicción emocional, Cruz le llamó, a él el primero. «Quería darle las gracias porque esta nominación se la debo a él al 100%».

Y Pedro, claro, se puso galante y cedió el protagonismo a su musa actual.

Ya se sabe: Almodóvar dijo al público que le hacía más ilusión la candidatura de Penélope que la frustración de Volver. En privado, el director le dio un sencillo consejo a su pupila: «Disfruta y pásatelo bien».

Como buena alumna, Penélope Cruz estudia la lección: «La verdad es que me gustaría celebrarlo en Madrid con Pedro y mi familia. Pero hoy [por ayer] igual voy a cenar con amigos y con mi padre que está aquí». El brindis con Almodóvar ya llegará. Y pronto. «Voy a estar yendo y viniendo a España. En los Goya voy a estar, pero no podré ir a los premios SAG, del sindicato de actores, porque es el mismo día», explica la actriz, de 32 años.

Todo sea para aliviar la tensión, positiva, of course, que le durará hasta el día 25 de febrero. El día D. ¿pensará esta vez en un discurso? «No lo sé».

«Es que no creo que gane», dice entonces la Cruz con un hilo de voz. «Quiero disfrutar de la candidatura, relajarme un poco y no dejar que me metan en la cabeza la obsesión de que tengo que ganar. Que sea lo que Dios quiera».

Le queda un mes para conocer la voluntad divina. Tiempo que servirá para que Cruz digiera lo que para muchos actores es sólo un sueño. ¿Lo fue también de ella? «Hombre yo creo que cualquier actor lo piensa. Pero el entorno en el que yo me crié y crecí eso era como ciencia ficción. Algo tan lejano que era casi imposible. Nunca me hubiera atrevido a soñar algo así. Pero bueno...».

Y por esa misma razón, su hito parece mayor. Tanto que, a ratos, le da la sensación de que le han tomado el pelo. «Lo de Academy Award Nominee me suena un poco como que se están quedando conmigo», afirma risueña.

Pues tendrá que acostumbrarse. Y los de Hollywood, donde en algún tiempo se dudó del valor de Pe, también. Porque no hay más veredicto que la estatuilla para esta tribu, que se arrodilla ante la sola mención del tío Oscar, el figurín que separa a los escogidos de los mortales. Y Penélope acaba de entrar en el grupo. Pero no sin antes pagar peaje.

Para Almodóvar, la actriz, hasta la fecha, «no ha tenido suerte con sus proyectos americanos. Empezó con mucho ímpetu pero al final yo creo que no se la han tomado en serio como actriz, no han sido justos con Penélope». La nominación y, por extensión, su trabajo en Volver han actuado de bálsamo y le han permitido «ganarse el respeto y la admiración como actriz que hasta ahora le habían negado». Una oportunidad para volver a empezar en un país pendiente de los tabloides en el que «la fama de sus parejas sentimentales tampoco la han favorecido», según reconoce el director manchego. ¿Cambiaría Penélope alguna cosa de su experiencia a este lado del Atlántico? «Nada», dice muy segura.

«Mi carrera aquí todavía es mucho más joven que en Europa». Y ahora, tiene el horizonte más lleno de posibilidades que nunca.