«Me gusta especialmente estar en las candidaturas de los Oscar en la categoría de cortometrajes porque, en este formato, la creatividad conserva su autonomía. En los largometrajes intervienen muchos otros factores y las candidaturas tienen mucho que ver con las campañas de imagen. Aquí no hay más campaña que tener una buena historia».
Así, romántico y orgulloso, se mostró Javier Fesser ayer a media tarde, unas horas después de saber que su cortometraje Binta y la gran idea competirá en la ceremonia de los Oscar del próximo 25 de febrero, cabeza con cabeza con otra película española, Éramos pocos, del donostiarra Borja Cobeaga.
Las historias personales de los dos autores tienen muy poco que ver entre ellas. Así, Cobeaga responde al perfil de cortometrajista español que ha hecho fortuna en los últimos años (profesional de la televisión, aficionado al humor absurdo y con dejes costumbristas); Fesser, por su parte, ya está consagrado en la liga de los largometrajistas (El milagro de P. Tinto, Mortadelo y Filemón...), tiene un público relativamente amplio y, si aún frecuenta el circuito de los cortos, es por amor al género.
¿Documental o cuento?
«Este proyecto nació de la iniciativa del productor Manolo García Serrano. Él me explicó que querían hace una película [En el mundo a cada rato] con varios cortos que expresaran las premisas de Unicef. Y ahí nos embarcamos», recuerda Fesser a EL MUNDO. «Como una de esas premisas era la educación de las mujeres, nos fuimos a Senegal a ver un proyecto de Unicef que trabajaba en esa línea. Ibamos cuatro personas, una cámara y un trípode y teníamos la idea de pasar tres semanas y hacer un documental».
Una vez en Africa, la realidad desbordó a Fesser y su equipo. «Vimos el lugar, vimos la generosidad increíble de la gente... y el documental se nos convirtió en un cuento», narra Fesser. El cuento de una niña que se empeña en llevar a la escuela a su hermana. Y si para lograrlo, hace falta inventarse una representación teatral, se inventa.
«Estoy deseando hablar con Senegal», continúa Fesser, «y contarle a esta gente que la película va a ir a los Oscar porque son de esas personas que se alegran más por tus éxitos que uno mismo... aunque, fíjese, en el trailer que hicimos pusimos una frase que decía: 'Estos niños no saben lo que son los Oscar'».
En realidad, ni el mismo Fesser parace tener muy claro en qué consiste eso de las estatuillas. «Todo esto es tan emocionante como extraño. La gente guapa, la alfombra roja... No es por eso que quise hacer cine, pero el caso es que me emociono al pensarlo. Y me asusto, porque la idea de ir hasta allí para hacer el tonto... ¡Y en inglés, que no lo hablo!».
Algo parecido explica Borja Cobeaga. «Jamás pensé en optar al premio», aseguró ayer el director a la agencia Efe.
Cobeaga, que también escribe guiones en el programa cómico Vaya semanita de la ETB y llegó a emplearse en labores de producción de alguna edición de Gran Hermano, recalcó ayer la «enorme casualidad» que supone suceder a Nacho Vigalondo, candidato al Oscar en la misma categoría en 2005. Vigalondo, explicó ayer Cobeaga, es su «amigo» y fue, en su día, «compañero de piso».
El director también indicó que la candidatura al Oscar es «el colofón final» al buen recibimiento que tuvo Éramos pocos en varios festivales, entre ellos el norteamericano de Aspen, que fue el que le dio la oportunidad de optar al Oscar.
El joven cineasta aseguró también que «es un orgullo para el cortometraje español la presencia de dos títulos en la competición de este año», algo que, Cobeaga atribuyó a «una casualidad cósmica».
Una década después de Fresnadillo, un año tras Vigalondo
¿Qué fue de Juan Carlos Fresnadillo? El director tinerfeño era un perfecto desconocido para los espectadores españoles cuando su nombre retumbó en Los Angeles un día de enero de 1997. Su corto. Esposados, estaba en la carrera de los Oscar. Su historia de desamor conyugal, por cierto, fue la única representante española escogida por la Academia en el año de Tesis y El perro del hortelano.
Fresnadillo se quedó sin aquella estatuilla pero el impulso le sirvió para rodar su debut en largo, Intacto, con buenos mimbres. Eusebio Poncela, Max von Sydow y Leonardo Sbaraglia participaron en aquella historia llena de personajes marcados por el destino. Desde entonces, las noticias sobre Fresnadillo menudean. Su reaparición se espera este año, cuando su segundo largo, 28 weeks later, llegue a las pantallas con su historia de ciencia ficción de aire british.
Menos enigmático, más locuaz se muestra Nacho Vigalondo. El director, actor, escritor y hombre orquesta cántabro tampoco tuvo estatuilla en la edición del año pasado, pero también aprovechó su ratito de celebridad para tomar carrerilla (financiera, entre otras) y poner en marcha su primer largo, Los cronocrímenes. Que, por cierto, también esconderá una trama de ciencia ficción y también llegará (o eso se espera) a las pantallas durante 2007.
No es extraño, por tanto, que Fesser (cineasta que ha alcanzado el éxito comercial en sus primeros dos largos) confesara ayer a EL MUNDO que, «A estas alturas», tampoco cree «que la candidatura vaya a cambiarme mucho la vida».
