La lucidez acompañó siempre a Ryszard Kapuscinski. La muerte también lo siguió de cerca. Si se hizo periodista fue para contar el mundo, para hacerlo crónica. Su curiosidad insaciable le llevó a viajar y a empaparse de otras culturas. Y así ha pasado más de 40 años, siendo testigo de 27 revoluciones y pateando Africa durante los años 60 y 70 como corresponsal: «Cuando abandoné por primera vez Varsovia sentí una liberación, pero no pensaba en eso sino en la enorme tarea que tenía por delante. No tenía ni idea de todo aquel mundo, ni de su historia, ni de su sentido de la cultura. Y me di cuenta de que tendría que aprender, y aprender, y aprender. El mundo es tan grande, y es tan difícil describirlo...», comentó hace dos años en una entrevista con EL MUNDO.
Además de los reportajes con los que fue haciendo el mapa de la realidad africana, escribió innumerables libros. «Sí, escribí mucho», afirmaba, «pero los escribí para mí. Intenté comprender la realidad por mí mismo».
Ha conocido lo mejor y lo peor de la profesión desde la segunda mitad del siglo pasado. Jamás le falló el entusiasmo. Y tenía claro qué diferencias había en la forma que él tuvo de hacerse con el periodismo y los retos del reportero en este nuevo milenio: «Antes el periodista cuando se iba a una guerra tenía libertad para moverse. Dependía mucho de su talento. De su validez. Ahora, como tenemos teléfonos móviles e internet el jefe de redacción sabe mucho más lo que está pasando. El periodista destacado en un lugar sabe lo que ve, mientras el jefe, que está en Madrid o en Roma, tiene la información de varias fuentes. Al final, el periodista, en vez de llevar a cabo sus investigaciones, se dedica a confirmar lo que el jefe le pide desde la redacción. El sentido del trabajo ha cambiado mucho», se quejaba.
Él, sin embargo, siempre fue independiente. Y su único afán era contar lo que venía, denunciar los excesos. «Uno de los graves problemas a los que se enfrenta el periodismo es la manipulación. Y su importante influencia para fomentar el odio. Si hacemos esto nos encontraremos con un mundo muy peligroso», denunciaba.
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