Miércoles, 24 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6247.
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TESTIGO DIRECTO / DAKAR
El rostro solidario del Dakar
Los pilotos Xavier Arenas y Carlos Reig, bajo el auspicio de Aldeas Infantiles y el grupo asegurador Pelayo, buscan el apadrinamiento de 4.000 niños
ELENA ISARDO. Enviada especial

A las puertas de su casa, a la sombra de un baobab, el árbol africano por excelencia y uno de los más grandes del mundo, nos recibe Jeanne Kassoka, madre biológica de dos hijos a los que renunció para cuidar y hacer de mamá de otros 10 pequeños con edades comprendidas entre uno y 15 años. Junto a ella gatea Michel, el más pequeño de un hogar al que llegó después de que su madre muriese y su padre, al no poder hacerse cargo de él, se viera obligado a dejarlo en Dakar, en una de las cuatro casas que Aldeas Infantiles posee en Senegal (Louga, Kaolack y Ziguinchor son las otras).

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Hace ya una década que Jeanne, de 50 años, dejó atrás a su hogar, a 500 kilómetros de la capital senegalesa, para ayudar a los que más lo necesitan. «Aquí soy feliz viviendo con los niños y sé que les hemos salvado la vida», asegura; también explica que, una vez al mes, cuenta con cinco días libres para regresar a su pueblo, donde viven su hija, ya casada, y un hijo lo suficientemente mayor para valerse por sus propios medios. «Él ya trabaja», dice orgullosa, aunque añade que tampoco puede estar mucho tiempo apartada de su verdadero hogar: «Cuando me voy de vacaciones para ver a mi familia biológica, estoy deseando volver aquí para estar con los niños».

Mientras en media Europa los termómetros no suben de los cero grados, el asfixiante calor africano nos hace buscar refugio dentro de la casa de Jeanne, que gustosamente nos invita a entrar para mostrarnos al resto de su familia. «La vivienda tiene cuatro habitaciones, los niños se reparten en tres estancias y yo duermo en la otra», explica mientras el resto de sus vecinas, todas en la misma situación que ella, se unen al grupo.

Un total de 15 casas integran el hogar de Aldeas Infantiles en Dakar. Allí reciben educación 150 niños a los que se les ofrece un entorno familiar estable. Ninguno cambia de madre desde su entrada. «Desde que yo llegué , ya han salido cinco», añade y nos muestra sus fotos. «Algunos han regresado con sus verdaderos padres, pero seguimos manteniendo el contacto y vienen a visitarme».

Al trabajo que Aldeas Infantiles viene desarrollando en Africa desde hace más de 30 años -cuenta con 12 centros en países como Marruecos, Malí, Mauritania y Senegal- se ha unido el equipo Pelayo-Aldeas Infantiles, integrado por Xavier Arenas y Carlos Reig. Ambos han participado en el Dakar con el objetivo de conseguir el apadrinamiento de 4.000 niños durante los 15 días que ha durado la competición.

«Aprovechando la repercusión de la carrera, hemos sentido el deseo de poder realizar una labor humanitaria en el marco del rally», explica Arenas, que cuando llegue a casa viajará por toda España con una exposición itinerante para acercar esta bonita iniciativa.

Mucha razón tiene Jeanne cuando dice que a estos niños les han salvado la vida en un país oficialmente en vías de desarrollo, pero en el que las expectativas de crecimiento se tambalean. El 49% de sus 12 millones de habitantes tiene menos de 15 años. El 23% de los niños sufre desnutrición, una paradoja teniendo en cuenta la tradición agrícola de este país, en el que antes de cumplir los cinco años mueren 136 de cada 1.000 criaturas.

«Los niños y los adolescentes de Senegal son carne de cañón», explica Iñigo Arenillas, de la Agencia de Cooperación del Ministerio de Asuntos Exteriores español en Senegal. «Saben que si a España llegan menores no se les puede devolver a su país de origen. Las personas mayores se aprovechan de ellos y los mandan en cayucos». Si ellos se van, ¿cuál es el futuro de este país?

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