Miércoles, 24 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6247.
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 MADRID
M2 / VIOLENCIA EN ALCORCON
Sin rastro de los jóvenes latinos
Los incidentes ocurridos en las calles han provocado que los inmigrantes suramericanos se recluyan en sus domicilios. En los locutorios telefónicos se les extraña y algunos chavales han huido a otros municipios
PABLO HERRAIZ

En Alcorcón residen cerca de 10.000 inmigrantes suramericanos. Pero éstos parece que se han evaporado a raíz de los incidentes ocasionados tras las reyertas entre jóvenes latinoamericanos y españoles.

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Ayer por la mañana muchos de los jóvenes que habitualmente se ven en los institutos no habían ido a clase. Los parques y canchas de baloncesto, escenario habitual de sus reuniones, estaban desiertas. En la calle Maestro de Victoria, la zona donde se produjeron los disturbios del pasado fin de semana, sólo había españoles.

Entre ellos reina la seguridad de que los latinos no aparecerán al menos hasta el sábado, día previsto para la revancha y la mayor presencia policial que haya vivido Alcorcón en mucho tiempo.

Junto a las canchas de Maestro Victoria, flanqueados por graffitis y olor a porro, tres chavales se aburren al caer la tarde. No han visto un solo latino en todo el día, igual que el lunes. Volatilizados. Desaparecidos. O escondidos, dicen ellos. Algunos se han marchado fuera del municipio.

«No tienen cojones a aparecer después de lo que ha pasado, y eso que todavía no ha pasado nada», dice uno de ellos, con sus 13 años y su capucha. «¿Tú no los ves? Pues nosotros tampoco, y eso que los estamos buscando», añade otro, con su gorra calada hasta las cejas.

Los españoles ahora están tranquilos y dicen que han vuelto a disfrutar de las canchas. En Alcorcón la diversión de los jóvenes tiene mucho de callejera, y ellos cuentan que ya no se estaba bien en la calle.

«Living Ecuador»

En el parque de la Paz, donde también hubo peleas y carreras el fin de semana pasado, ahora no hay nadie. Sólo una triste pintada en un muro («Living Ecuador», dice), atestigua que por allí paraban jóvenes latinos. Lo demás son los cascos de litrona y el frío y la soledad. Pero nada más.

«Pues si no están allí... Ni puta idea», dice otro chaval, que cuenta que hace tiempo los suramericanos sólo paraban por aquel parque, «hasta que los echaron».

Unas horas antes, a la salida de los colegios e institutos, se veía a unos pocos niños suramericanos, más pequeños que los que se pegaron el otro día, felices y sin pensar en ello. No como los ancianos de Alcorcón de toda la vida, que piensan que esto se debe a que «no hay Ley y por eso hay que aguantar a estos imbéciles».

En los bares pasa tres cuartos de lo mismo: entra un tipo, se pide un café y una copa de anís, y no puede evitar sacar el tema. La gente no piensa en otra cosa, aunque uno de los comentarios generalizados es siempre el mismo: «En Alcorcón no somos racistas. Aquí hay una tradición antifascista de toda la vida y la prueba es que en esta lucha se han unido todos los grupos de gente que había: raperos, punkis, españoles, moros, negros... Todos contra los Latin Kings, no contra los suramericanos ni contra los inmigrantes».

En el único locutorio propiedad de suramericanos que hay en el barrio de los conflictos, el encargado cuenta que el sábado vivió la gresca en primera persona: «Varios chicos latinos vinieron aquí y me pidieron que los escondiera porque los perseguían, pero no les dejé, porque no sabía cómo podía terminar aquello».

Esperando al sábado

Él también ha notado la ausencia de compatriotas en la zona. Dice que desde el pasado domingo no ha entrado ni un solo latino a llamar por teléfono. «Ni siquiera el domingo vinieron, cuando es el día que suelen utilizar para llamar a sus familias», recuerda. De hecho, en las horas que dedicó ayer a trabajar, los clientes sólo han sido magrebíes y subsaharianos.

Más o menos, los jóvenes españoles de Alcorcón tienen claro que la presencia policial y el «miedo» de los latinos a lo que pueda pasar harán que la semana transcurra tranquila. Al menos hasta el sábado, en el que todos tienen bastante fe, como si ese día se fuera a arreglar todo. O a estropear definitivamente.

Todos creen que va a llegar mucha gente de todas partes, incluidos latinos, aunque eso no está tan claro. Los alcorconeros, por lo que se pueda pensar, quieren concentrarse hoy en las canchas para protestar contra aquellos que les llaman racistas. En esas mismas canchas que ahora están vacías de inmigrantes suramericanos.

Todos los chavales tienen alguna historia que contar. A todos les pasó algo con los Latin, a todos les pegaron alguna vez, discutieron o les cobraron dinero por querer estar en un parque con sus amigos. Aunque eso sólo se lo hacen a los pequeños, dicen ellos. Con los mayores no se atreven.

Y, entre tanto, los que mejor se lo pasan con esto son esos chicos de 13 y 14 años, que lo ven como espectadores con ganas de participar, se cruzan riendo ante las cámaras de televisión que lo graban todo y se aburren en las canchas.

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