¿Qué pasó entre la Policía y Daniel?
La madre de Daniel Guilló, Susana Cruz, cuenta cómo, al parecer, a su hijo le dieron una paliza agentes de paisano que se le acercaron porque estaba liando un porro. La Policía, por su parte, le acusa de intento de homicidio con el arma de uno de ellos. Los lectores bien dudan de que el muchacho les provocara, bien apuntan que casos así empañan el buen nombre del Cuerpo
Una agresión brutal y sin motivo a mi hijo
Quiero contar lo ocurrido en la noche del jueves 11 de enero en mi barrio, Saconia.
Mi hijo Daniel es un chico de 26 años que ese día acompañaba a su novia y a una amiga. Cuando estaban frente al portal de una de ellas mi hijo comenzó a liarse un porro. En ese momento los abordaron dos hombres de paisano quienes, tras registrarle, le pidieron que se identificara. Inicialmente los jóvenes supusieron que eran policías, pero como no se identificaron y comenzaron a propinar golpes a mi hijo, creyeron que se trataba de unos atracadores, por lo que llamaron a la Policía.
Estos individuos agredieron a Daniel brutalmente, con patadas, puñetazos y porras extensibles. También golpearon a su novia y a la madre y al hermano de ésta, que acudieron en su ayuda.
Mi hijo recibió una tremenda paliza. Tiene innumerables contusiones, una lesión en la muñeca, la nariz rota y un derrame en un ojo. Su novia recibió varios golpes, por lo que tiene moratones y una mano lesionada. La madre de ésta presenta también cardenales y el hermano (menor de edad) tiene rotura fibrilar en un muslo, contractura en el cuello y lesión en dos cervicales.
Mi hijo, su novia y la amiga fueron detenidos en el acto. A mi hijo le rompieron la nariz y le propinaron golpes en la cara una vez esposado, frente a gran cantidad de policías. Después también detuvieron a la madre.
Cuando las familias nos personamos en la comisaría de la calle del Rey Francisco nos trataron grosera y despectivamente. A mí me impidieron poner la denuncia, increpándome y amenazándome con detenerme.
Inicialmente se negaron a informarme sobre dónde y cómo estaba Daniel. Cuando nos interesábamos por su estado nos decían que dormían, cuando estaban viviendo una pesadilla: les negaron ropa de abrigo, no les dieron los medicamentos recetados por los médicos y a mi hijo le despertaban cada vez que se le cerraban los ojos insultándole y amenazándole.
No voy a parar hasta que este asunto esté esclarecido, porque aún creo en la Justicia. En la prueba pericial de la pistola, realizada por la propia Policía, no se han encontrado huellas de mi hijo.
Creo que lo ocurrido no puede generalizarse, pero también que no puede suceder nunca en un Estado democrático. Me parece increíble que por un suceso que no debería haber tenido mayor repercusión una persona pueda estar 12 años en prisión.
Los ciudadanos debemos denunciar estos hechos ya que, si no lo paramos, mañana puede ocurrirle a cualquiera.
Susana Cruz
No me creo que el chico no les hiciera nada
Me gustaría saber la versión de la Policía. No creo que vaya dando palizas a los chicos buenos que fuman un porrete así como así. Demasiado tienen ya.
A.
Casos así salpican a los buenos policías
Los primeros que tendrían que exigir a gritos la retirada de la placa y la condena de estos cavernícolas son los propios policías y la gente que respeta a las fuerzas de seguridad.
A quien más perjudica esto es a los agentes que hacen bien su trabajo y que tienen más paciencia que un santo con todos los subnormales que andan por ahí. Razón de más para eliminar a estos orangutanes, que son los responsables de que los policías no sean valorados como se merecen. Si se mantiene a esta gentuza en el Cuerpo, no sé cómo nos sorprendemos de la mala fama y la falta de apoyo que tienen el resto de policías honrados y profesionales. Es una vergüenza que compartan la misma placa y el mismo sueldo que los agentes sacrificados, honestos, valientes y con espíritu de servicio a la comunidad.
I.
Hay que llegar hasta el fondo de este asunto
Me lo creo a pies juntillas, y aunque opino que son excepciones dentro de la Policía, se debe llegar hasta el final. La chulería y la autoridad mal entendida de un par no pueden manchar a quienes ante todo son nuestros protectores.
S.