Después de conocerse el nombre del cabeza de lista no hay nada que provoque más nervios en un partido que la confección de la candidatura. Suele haber más aspirantes que puestos para una elección que garantiza cuatro años de trabajo nada mal remunerados, sin que esto suponga dudar, claro, de la incuestionable voluntad de los que anhelan la responsabilidad política para trabajar por mejorar la calidad de vida de sus representados.
La aclaración viene al caso porque explica las prisas del Partido Socialista de Madrid (PSM) por cerrar el asunto. Tantas, que ayer, al cierre de esta edición, estaba previsto aprobar la candidatura al Ayuntamiento de Madrid en la reunión de la Ejecutiva Regional convocada para hoy. Aclarado quién se queda, quién se va y quién llega a la carrera electoral, es más fácil que la militancia (los secretarios generales de las agrupaciones tienen sus ambiciones) se concentre en el trabajo político por hacer para librar la batalla por Madrid.
En el caso del PSM, el resultado es relevante porque históricamente está precedido por las luchas internas de poder, cada familia pugna por colocar a los suyos. Cómo será que ayer algunos destacados dirigentes del partido en Madrid advertían de que las cosas podían cambiar hasta cinco minutos antes de la reunión convocada para las 19.00 horas de hoy.
Seis nombres
El último encuentro que trascendió fue el mantenido en la mañana de ayer por el secretario general del PSM, Rafael Simancas, con el aspirante a alcalde, Miguel Sebastián, para ultimar la negociación, que según los estatutos del PSOE deben acordar el candidato y el partido. Y lo que se anuncia como seguro es que habrá muchos nombres de la anterior candidatura, la de Trinidad Jiménez, que no se leerán en la que someterán a las urnas el 27 de mayo.
Porque una de las condiciones establecidas por Sebastián y aceptada por el PSM es lograr una renovación significativa de la lista. Y significativa será, según fuentes cercanas a las negociaciones, la mitad. Sí, cerca de un 50%, que, en realidad, supondría una segunda renovación en los representantes municipales socialistas tras la ejecutada por Trinidad Jiménez en la anterior campaña. La cuestión es clave porque a cambio de esta garantía el candidato a alcalde rebajó también sus exigencias respecto al número de nombres que quería designar directamente para la lista.
Sebastián pidió un tercio de los 20 primeros, los que tienen muchas posibilidades de salir elegidos concejales. Finalmente, según fuentes de Ferraz, renunció a uno y logró imponer seis (Trinidad Jiménez eligió cinco). Entre ellos, su número dos, que será una mujer cuyo nombre se guarda en el más absoluto secreto hasta la celebración de la Ejecutiva, y Pedro Sánchez, actual concejal socialista, un hombre de José Blanco y amigo personal de Sebastián, que ocuparía en principio el puesto cinco o siete.
Se quedan también Oscar Iglesias, el actual portavoz del grupo municipal que será el número tres, y Pedro Zerolo, además de casi todas las mujeres que hoy son ediles socialistas, incluidas Noelia Martínez e Isabel Vilallonga, señaladas como exigencia innegociable por el sector guerrista. Igual que los concejales Manuel García Hierro y Miguel Conejero.
De la premura con la que se está solventando el proceso hablan las gestiones que ayer comenzó a hacer Rafael Simancas para comunicar a los concejales afectados su exclusión de la candidatura.
Una vez aprobada esta tarde, la lista se enviará a las agrupaciones para que la voten antes del 4 de febrero. Regresará al Comité Regional del PSM y de ahí se remitirá al Federal para su visto bueno definitivo el próximo 3 de marzo.
EL CANDIDATO TAMBIÉN QUIERE UN 'MIQUIMARATON'
No es del todo idéntica, cierto, pero la última iniciativa de precampaña presentada ayer por Miguel Sebastián recuerda, y mucho, a la que funcionó con extraordinaria eficacia en la estrategia para que Trinidad Jiménez ganara popularidad. Y, oh casualidad, precisamente es de eso de lo que adolece el candidato del PSOE a alcalde de Madrid.
La idea de su antecesora fue lo que se bautizó como el 'Trinimaratón', una semana sin parar de actos políticos en la calle. Y la de Sebastián bien podría identificarse como el 'Miquimaratón' -de Miguel, se entiende-, aunque, quizá porque él tiene mucho menos tiempo que ella para conseguir ser reconocido por la calle, durará mucho más que una semana. Seis semanas, para ser exactos, mes y medio para que el candidato a alcalde se recorra 128 barrios. Él lo llama, todo hay que decirlo, 'Campaña por los barrios'.
Y le pone filosofía a la iniciativa: «Devolver al barrio al centro del debate político». En la práctica, pisar sus calles (ya era hora), hablar con sus vecinos y recoger sus sugerencias. El diseño incluye, por si a alguien le pilla trabajando la visita del candidato, la instalación de un buzón y el reparto de unas postales para recoger las sugerencias de los habitantes del barrio.
Ayer se estrenó en Aluche. Delante del intercambiador de transportes «que el Gobierno de Gallardón prometió arreglar y nunca lo ha hecho». Pero no fue lo que más llamó la atención de los poco más de una docena de vecinos que se acercaron a escuchar a Sebastián. Le preguntaron sobre la deuda de la M-30, los parquímetros, el polideportivo, los centros para mayores, la antigua cárcel de Carabanchel, la seguridad ciudadana y la inmigración. Y ahí fue donde sorprendió al responder que es «partidario de deportar a los que delinquen».
Hoy se lo podrá explicar a unos cuantos inmigrantes porque la próxima parada es Lavapiés, Embajadores y La Latina. Después vendrá Vallecas.