Miércoles, 24 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6247.
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Ocio / Entrevista
«El teatro es una iglesia laica»
El prestigioso actor inglés Will Keen interpreta en español 'Un cuento de invierno', en el Albéniz. «Si trabajas en otro idioma tu confianza es distinta, tu libertad para inventar se reduce», cuenta a M2
PEDRO VILLORA

Hay españoles que han triunfado en el teatro en idiomas distintos del español. Es el caso de María Casares y Josep Maria Flotats, encabezando en Francia los repartos de la Comedie Française, de Antonio Banderas protagonizando un musical en Broadway, o de la aquí menos conocida pero muy respetada en Inglaterra Yolanda Vázquez, una de las estrellas de la Royal Shakespeare Company. Junto a Vázquez ha trabajado en alguna ocasión Will Keen, a quien se vio el año pasado en un excelente ejemplo de teatro isabelino -The Changeling, en el Teatro Español-, y que ahora interpreta una de las últimas obras de Shakespeare, Un cuento de invierno, en el Teatro Albéniz.

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Es la primera vez que Keen trabaja este texto, pero lo extraordinario no es eso, sino que lo haga en español. Puede parecer extraño, pero se justifica porque su personaje, el celoso rey Leontes, es «extranjero». Magüi Mira, la aclamada actriz valenciana que consolida su vocación por la dirección, ha dirigido este montaje con adaptación de José Sanchis Sinisterra.

Pregunta.- ¿Cuál es la respuesta del público ante su interpretación?

Respuesta.- La gente nunca te dice a la cara: «¡Vaya acento! ¡Qué vergüenza lo que estás haciendo!». Yo no hubiera dicho que sí al trabajo si no creyera lógico que este personaje tuviera acento. Vivimos en una sociedad multicultural y todo el tiempo oímos acentos de todas partes.

P.- Sobre todo en su país.

R.- En efecto. Además, los reyes siempre tienen un toque extranjero. Nuestros reyes son alemanes.

P.- Nuestra reina es griega.

R.- Y vuestro rey se educó en Italia. Son gente internacional. Pero, más que eso, el teatro refleja el multiculturalismo del mundo, aunque no hemos llegado al punto de que la gente acepte un acento sin una explicación, como sí la hay en este caso. En Inglaterra estamos orgullosos de que ya no importe el color de la gente en el escenario. Puede haber un hermano blanco y otro negro, y no choca. Espero que pase lo mismo con los acentos, pero este papel en concreto es un hombre paranoico y aislado, y te ayuda el que la paranoia se muestre como un extranjero intentando comunicarse. Vamos al teatro para ver la verdad, y la verdad tiene muchos idiomas, colores y sonidos. El curro de un intérprete es comunicar la verdad con su cuerpo.

P.- Una de las principales herramientas de un actor es el lenguaje. ¿Es diferente el trabajo con el lenguaje en Inglaterra y en España?

R.- Sería más específico: la primera herramienta de un actor es la confianza. En Inglaterra estamos muy mimados y hay mucho respeto por el actor como institución. Por eso se puede sentir libre en su trabajo. Si trabajas en otro idioma, tu confianza es distinta, tu libertad para inventar se reduce porque no te sientes dueño de tus parlamentos. Magüi y todo este elenco han sido tan pacientes y me han ayudado tanto que eso no ha sido un problema. En cuanto al idioma de esta obra, en Inglaterra hacer Shakespeare es hacer verso. Todas las pistas sobre los personajes, la narrativa y el desarrollo de hechos y pensamientos, están en el verso. Hacerlo sin verso es muy interesante, y más en esta versión tan limpia y transparente, porque tienes que ir al grano.

P.- ¿Cómo valora el trabajo de Magüi Mira?

R.- Muchísimo. Siempre está bien trabajar dirigido por un intérprete, porque se preocupa por el proceso y no sólo por el producto. Ella ha sido muy paciente conmigo y tan buena amiga como excelente directora.

P.- ¿Qué le ha interesado de su propuesta escénica?

R.- La sencillez, el espacio vacío. Con Shakespeare, creo que una gran escenografía no ayuda. Magüi tiene toda la razón: lo importante es la palabra. Lo increíble de trabajar en teatro es que un montón de gente esté en la misma habitación al mismo tiempo, pensando en la misma cosa. Y cuando yo digo «luna», todo el mundo piensa en la luna: todos tienen su luna individual pero también una luna comunal. Es un ejercicio de compartir. Es una visión de iglesia, pero iglesia laica. Es el acto comunitario y democrático de imaginación para vestir el escenario, vestir la palabra. Y es un espacio que te expone: tienes que trabajar mucho porque no tienes el apoyo del falso realismo. Estás solo con tu circunstancia, tu personaje y tu palabra.

Un cuento de invierno.

Hasta el domingo en el Teatro Albéniz (Paz, 11).

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