La familia típica madrileña no tiene cuatro, ni cinco, ni seis miembros. Al menos, no necesariamente. Puede estar formada por un hombre y su hijo de dos años, o por la suegra, el cuñado y dos nietos. Los amigos también forman parte de este núcleo familiar, al menos, algunos de ellos, los más cercanos. Blancos, africanos, amarillos, mestizos, la diversidad cultural acompaña para ofrecer cierta sensación del espíritu cosmopolita de la ciudad. No es la sangre lo que acerca a las personas y las lleva delante del retratista, es la voluntad de posar juntos.
El centro comercial Parquesur viene realizando estos días un maratón fotográfico en sus instalaciones para retratar a más de mil familias. La muestra es un guiño a la mirada del fotógrafo Uwe Ommer que viajó por todo el mundo retratando a las familias que se dejaran. El resultado es un libro, hoy descatalogado, que lleva el mismo nombre: Mil familias.
El sueño de cualquier aventurero es salir de casa con el macuto al hombro y recorrer 250.000 kilómetros, sin más compañía que una cámara fotográfica y la amistad que quiera ofrecerle cualquier desconocido. Y si quiere fotografiarse, mejor. Ommer afirma que ha dado cuatro veces la vuelta al mundo y ha retratado a más de 1.200 familias en su periplo, manteniendo una estrecha relación con muchas de ellas a través de correspondencia y sucesivos viajes. No buscaba sacarle el jugo al país y quedarse en el retrato de lo obvio, su interés eran las personas que lo habitaban.
Algunas de aquellas instantáneas que el protagonista alemán realizó se pueden contemplar en una exposición en el mismo centro comercial: Miami y sus biquinis y cuerpos esculturales, India y sus contrastes, Mongolia, Cuba, Ucrania, China, Mauritania, el colorido y los velos de Arabia Saudí, etcétera. En cada uno de esos lugares algunos retratados le entregaron un objeto personal como recuerdo. Algunas de las imágenes y los objetos han sido organizados en cajones por el propio artista. Imágenes, textos, recuerdos, pulseras, sellos, billetes, regalos y curiosidades.
Cualquiera es susceptible de identificar a sus poseedores y describir a cualquier familia porque, más que aquello que les diferencia, Ommer retrata todo lo que «nos une los unos a los otros y nos permite perpetuarnos», escribía Olivier Delahaye, en el prólogo del libro de las 1.000 familias. No quiso describir la incapacidad del hombre en repetir la guerra y el horror, sólo los rostros. Tampoco Parquesur tenía otra intención que recoger la heterogeneidad de las familias madrileñas.
El proyecto de Ommer recuerda vagamente al de Peter Menzel, titulado Familias del mundo, cuyo objetivo era mostrar la vida de una familia media en distintos países del globo, en aquella ocasión los diferentes artistas que realizaron el trabajo extravertían las pertenecencias de las familias, en el exterior de sus viviendas
Después de mirar aquella curiosa exposición la realidad del centro comercial se ve con otros ojos. Durante el pasado fin de semana, más de 200 familias se pasearon por el objetivo de un fotógrafo de la casa. En aquellas fotos no hay más adornos que los rostros y gestos mirándose.
Hasta el stand se acerca una abuela, completamente desbordada por sus nietos, a los que lleva colgando como alforjas; una familia sudamericana repletas de bolsas formada por los padres, los dos hijos y dos hermanas. En un momento aquello se llena de críos, algunos como Alejandro y Diego portan el babi del cole y la cara manchada de recreo.
Cualquiera puede fotografiarse, Marta se deja mirar con su marido y su barriga de 39 semanas. «Si me descuido me los deja aquí», bromea el fotógrafo.
A los retratados se les regala una copia de la fotografía, la otra forma ya un mosaico, un caleidoscopio en la pared de la cafetería de Fnac, al menos hasta el próximo 1 de febrero, cuando se clausure el maratón. En Parquesur se exhiben los rostros sacados del anonimato formando un mapa de la familia madrileña.
1.000 familias
. En el Centro Comercial Parquesur (Avda. Gran Bretaña, s/n, en Leganés). Hasta el próximo 2 de febrero.