La crisis política libanesa desembocó ayer en violencia al convocar los seguidores de la oposición una huelga nacional en un nuevo intento para forzar la caída del Ejecutivo del primer ministro Fuad Siniora, apoyado por las potencias occidentales.
Al menos tres personas murieron y otras 133 resultaron heridas mientras los manifestantes bloqueaban carreteras y miembros de facciones rivales combatían entre ellos lanzándose piedras y palos. En zonas al norte de Beirut se asistió a enfrentamientos entre distintos grupos cristianos. Sin embargo, en la capital las reyertas callejeras estaban protagonizadas por suníes y chiíes.
Columnas de humo negro se elevaban en el cielo de Beirut y sobre las autopistas que rodean el norte y el sur de la ciudad. Las carreteras fueron cortadas con neumáticos en llamas y cubos de basura, mientras que el acceso al aeropuerto fue bloqueado, lo que causó la cancelación de varios vuelos. Tropas del Ejército libanés, efectivos de la policía antidisturbios y de los bomberos fueron desplegados por las autoridades en puntos estratégicos de la red vial, aunque no intentaron acabar con los cortes por la fuerza.
Fuentes de las Fuerzas de Seguridad Interior del Líbano indicaron a Efe que dos de las víctimas perdieron la vida en un barrio de la ciudad norteña de Trípoli durante un enfrentamiento entre partidarios de la Corriente Futuro, encabezada por el diputado Saad Hariri, y seguidores de la oposición, encabezada por el grupo chií Hizbulá. La violencia se cobró otra víctima mortal en la zona de Batrín, también en el norte del país.
Muchos libaneses no salieron ayer de sus casas, o para respetar la huelga o bien porque temían enfrentarse a las manifestaciones organizadas por la oposición. Algunos, sin embargo, decidieron superar las dificultades y alcanzar sus puestos de trabajo.
Cuando Mona Alameh, de 32 años, se encontró ante varios cubos de basuras ardiendo mientras conducía en una de las principales calles de Beirut, intentó abrirse paso empujando los obstáculos con su mismo coche. Sin embargo, varios huelguistas empezaron a golpear su automóvil con palos y le ordenaron que diera marcha atrás.
«Estaba tan enfadada que no podía controlarme. Les dije que esa era mi calle y que no tenían ningún derecho a pararme», comentó Mona. Uno de los hombres lanzó entonces un palo en llamas en su coche. La mujer lo tiró fuera de su automóvil y aceleró hasta superar la barrera de cubos de basura que bloqueaba la calle. «Si esta escalada [de protesta] continúa, las consecuencias serán nefastas para todo el mundo», aseguró Mona.
La oposición libanesa, liderada por Hizbulá, anunció ayer a última hora de la tarde su decisión de poner fin a la huelga general, aunque no descartó nuevas acciones en el futuro. Con esta protesta, los manifestantes intentaron forzar la convocatoria de elecciones anticipadas. El paro resultó en el cierre de negocios, colegios, bancos, instituciones y todo tipo de establecimientos. Las protestas empezaron el pasado 1 de diciembre con una sentada simbólica ininterrumpida en el centro de Beirut.
La huelga general de ayer tuvo lugar dos días antes de la Conferencia París III, prevista para el próximo jueves en la capital francesa para ayudar al Líbano a recuperarse de la guerra entre Israel y Hizbulá del pasado verano. Sin embargo, la oposición considera que ese foro internacional no estáádestinado a ayudar al país, sino a salvar al Gobierno de Siniora.
Ayer, el primer ministro instó a la oposición a «trabajar juntos para salvar el Líbano» y dijo que sus manos «continúan abiertas al diálogo para llegar a un acuerdo a través de un debate». Siniora aseguró que el país «se encuentra frente a opciones cruciales». «Miren bien la situación peligrosa que se vive alrededor de nosotros», subrayó.