IRENE HDEZ. VELASCO. Corresponsal
ROMA.-
En 2000, a punto de cumplir los 80 años y ya gravemente afectado por el Parkinson, Juan Pablo II se planteó muy seriamente la posibilidad de renunciar al liderazgo de la Iglesia católica. Finalmente no dimitió, pero dejó unas instrucciones claras y precisas sobre lo que la Santa Sede debía de hacer «en caso de que no pudiera desempeñar su ministerio hasta el final».
El rumor se extendió por Roma dos meses antes de la muerte de Karol Wojtyla, acaecida el 2 de abril de 2005. Y ahora encuentra su confirmación definitiva en las páginas de Una vida con Karol, el libro escrito por Estanislao Dziwisz, el hombre que durante 40 años fue el fiel secretario del Pontífice. Las memorias del ahora cardenal de Cracovia se ponen hoy a la venta en Italia.
La revelación más interesante es que Juan Pablo II dejó perfectamente organizado qué debía hacerse en caso de que perdiera la lucidez. Después de encargar un estudio sobre la cuestión, Wojtyla aprobó un procedimiento que habría permitido al Vaticano retirarle las riendas de la Iglesia en caso de que perdiera sus facultades mentales.
Antes de tomar esa decisión, Juan Pablo II se planteó dimitir e, incluso, estudió la posibilidad de establecer en 80 años la edad de jubilación forzosa de los papas. También leyó las notas sobre la cuestión redactadas por Pablo VI, quien al final de su mandato se enfrentó a una situación similar a la suya y también acarició la idea de renunciar. Pero, finalmente, optó por seguir adelante como Papa: «Es Dios quien me ha llamado y quien me llamará en la forma que él querrá», aseguró.
|