JACOBO GARCIA. Especial para EL MUNDO
MÉXICO DF.-
Tijuana, la ciudad más violenta, peligrosa y corrupta de México, un símbolo de los excesos y de la delincuencia, combate el crimen desde ayer con tirachinas y canicas. Despojados de sus pistolas hasta que se compruebe su honradez, los policías de Tijuana llevarán colgando de su imponente cinturón de cuero, las esposas, el walkie-talkie y una bolsa con cien bolas de cristal para poder disparar de forma indiscriminada. Para escarnio público, el torpe bamboleo de los agentes municipales, generalmente sobrados de kilos, hace sonar la inocente artillería cada vez que patrullan a pie.
Hartos de enfrentar a cara descubierta la violencia, la policía municipal de Tijuana ha reaccionado a la desesperada contra una de las primeras medidas adoptadas por Felipe Calderón como nuevo presidente, quien ordenó, a principios de mes, un impresionante operativo del Ejercito y la Policía Federal para frenar la ola de crímenes que azota la frontera norte. La operación se centró en Tijuana, el mayor paso fronterizo con Estados Unidos. Y en ese contexto adoptó una llamativa medida: acuartelar a los 2.390 policías municipales y desarmarlos.
Conocida por todos la connivencia que opera entre la policía y el crimen organizado, expertos en balística del Ejercito siguen analizando las armas de las fuerzas de seguridad para comprobar si han sido utilizadas en la comisión de delitos.
Sus superiores, sin embargo, parecen haber decidido que en el pecado va la penitencia, al permitir que, a partir de ahora, la lucha contra el delito se haga tirachinas en mano, como única arma permitida por la Ley. Después de varias semanas guarecidos bajo el chaleco antibalas, la Secretaría de Seguridad Pública decidió permitir que al menos 140 agentes afrontaran la violencia con resorteras, tal y como son conocidos en México los tirachinas.
Mientras tanto, la policía municipal continúa exigiendo la devolución de sus armas, a lo que la Fiscalía (Procuraduría General de la República, PGR) se niega.
El jefe de la Zona Segura de Tijuana aseguró que piensan acometer la lucha contra el crimen con tirachinas. «No vamos a dejar de trabajar, ni vamos a dejar desprotegida la ciudad. Así lo pide la comunidad», afirmó. En las instalaciones de la comandancia del Centro tuvo lugar el modesto acto de reparto de tirachinas. Agentes municipales de la llamada Zona Segura y Turística decidieron comprarse y repartirse ellos mismos sus nuevos utensilios de trabajo. De madera para ellos y de plástico rosa para ellas.
Hasta ahora el método más eficaz empleado por la Policía de Tijuana habían sido las piedras. Precisamente, la policía municipal se apuntó su tanto más aplaudido al detener a una banda de ladrones de coches a pedrada limpia. El 13 de enero, el periódico Frontera de Tijuana informaba de que la policía había logrado rodear con sus coches patrulla a unos ladrones que intentaban huir en una camioneta recién robada. Al no poder disparar a las ruedas, se abalanzaron sobre el coche de los hampones golpeando con pedruscos los cristales del coche hasta lograr su captura.
En abril de 2002, el Ejército mexicano desarmó a medio centenar de agentes de la policía ministerial, municipal, así como a funcionarios penitenciarios, detenidos y acusados de proteger al cartel de narcotraficantes de los hermanos Arellano Félix, conocido como el cartel de Tijuana. Hoy se trata de todo un cuerpo policial en bloque sujeto a una investigación.
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