P. P.
WASHINGTON.-
Un Bush más humilde de lo habitual aprovechó ayer para exaltar las virtudes del consenso, al declarar que «ambas cámaras y partidos deben trabajar de forma conjunta». Un punto de vista previsible, dado que, desde noviembre, el Congreso no sólo está controlado por los demócratas, sino que éstos, además, están teniendo un arranque de legislatura espectacular, puesto que por ahora están cumpliendo sus promesas electorales.
Así que Bush ha girado al centro, aunque sin abandonar los ejes de su discurso. Anoche calificó la guerra contra el terrorismo como «una lucha generacional que continuará mucho tiempo después de que ustedes y yo hayamos entregado nuestras actuales responsabilidades». Bush trazó un panorama moderadamente optimista en ese terreno, al declarar que «el enemigo sabe que hace mucho que se han acabado los días de cómodos santuarios, movimientos fáciles, financiación constante y libertad de comunicaciones». Y dejó claro que ésa es una materia en la que no hay compromiso, porque «no hay mayor responsabilidad que proteger al pueblo de este país».
Otros han ido más lejos. Liz Cheney, la hija del vicepresidente, Dick Cheney, escribía ayer en The Washington Post que la candidata demócrata a la Casa Blanca en 2008 Hillary Clinton hará «lo que haga falta para alcanzar la Presidencia», incluido, decía el artículo, provocar una derrota de EEUU en Irak.
Tales acusaciones revelan que la política estadounidense sigue siendo fratricida. Como también que la réplica a Bush la fuera a dar anoche el senador demócrata Jim Webb, que tiene un hijo combatiendo en Irak y que, cuando el presidente le preguntó: «¿Cómo está tu hijo?», le respondió: «Eso, señor, es una cosa entre él y yo».
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