Leo en los periódicos que se ha incrementado notablemente la compra legal de música en Internet. Es una buena noticia porque anuncia un cambio de tendencia y genera una expectativa positiva sobre las posibilidades de la red.
Una parte mayoritaria de los usuarios de Internet carecen de una conciencia definida sobre el fraude permanente que se realiza a través de los múltiples bajadores ilegales de contenidos que en ella circulan. Un fraude obvio a quienes detentan legítimos derechos sobre ellos y en particular a sus autores, que son sin duda el eslabón más débil de la cadena de valor de la producción cultural.
Tradicionalmente, las campañas antipiratería se han centrado en señalar el carácter delictivo de las bajadas ilegales, creando una sensación paradójica en los usuarios asiduos de la red, habitualmente jóvenes con una notable curiosidad y avidez cultural y una escasa capacidad adquisitiva. El efecto inicial del uso de estos bajadores comporta que muchos jóvenes realicen una enorme acumulación de contenidos, a menudo superior a su capacidad real de consumo, generando una efervescente sensación, aparentemente democrática y progresista, de accesibilidad.
Teniendo en cuenta el coste a precio de mercado de la música (tanto en CD como en vivo) o la desmesurada y rápida secuencia de la oferta cinematográfica, Internet se convierte en un supermercado gratuito donde se puede nadar en una inmensa piscina de productos culturales. Es difícil explicarle a un joven que tal posibilidad, habilitada por un instrumento de prestigio, perfectamente legal y a precios decrecientes (un ordenador y un módem) suponga una actividad ilegal y claramente atentadora contra el salario social de un sector tan importante para nuestra sociedad como son los creadores.
Casi nunca se ha enfocado la comunicación sobre la piratería señalando los aspectos positivos de la red, publicitando las tiendas legales y cuantificando (para prestigiarlo) el consumo legal que de ellas se deriva. La noticia que abre este artículo supone para los usuarios de Internet y especialmente para los que utilizan de manera habitual los bajadores ilegales el anuncio de una posibilidad razonable de conseguir los mismos productos a un coste bajo (porque cada vez lo hace más gente) y probablemente con mayores y mejores servicios añadidos.
Ejercer la pedagogía, señalar el carácter delictivo del uso fraudulento de la red, promover el respeto de los derechos de autoría es necesario, pero conviene publicitar el comercio legal, comunicar su progreso, prestigiar los portales que respetan los derechos subyacentes y habilitar a nuestras empresas para que asuman de una manera definitiva que el futuro va en esa dirección.
Puede parecer una verdad de Perogrullo, pero Internet es una gran oportunidad para nuestro sector musical y audiovisual; la posibilidad, a bajo coste, de competir en mercados internacionales sin pasar por el rodillo de las grandes distribuidoras multinacionales.Alguien dirá que también controlan la red y es cierto, pero en los mercados tradicionales el éxito de las tiendas virtuales no depende tanto de la concentración de capitales como de la gestión de las ideas.
A diferencia de lo que ocurre en el comercio tradicional y especialmente en las grandes superficies, como mínimo en la red la estantería la pone cada uno sin que la visibilidad de cada producto dependa del pago de una comisión o de su encaje en una determinada moda o tendencia.