Jueves, 25 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6248.
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FUTBOL / Primera División
'La comedia de los errores', versión Ruiz de Lopera
EL DESACIERTO DE UNOS Y OTROS PRESIDIO OTRO PARTIDO PARA OLVIDAR - UN MOTIVADISIMO RONALDINHO CUAJO UNA ACTUACION LAMENTABLE
ALBERT MARTIN

Cuando Shakespeare escribió La comedia de los errores lo hizo a buen seguro pensando en la indiscutible comicidad del error como herramienta al servicio de la diversión de su público.

Los 22 futbolistas que saltaron ayer al terreno de juego hicieron una interpretación sui generis de la comedia del dramaturgo inglés que, si arrancó alguna lágrima, desde luego no fue de risa.

Y eso que la cosa prometía al inicio del choque, con el speaker del Betis ofreciendo espectáculo del bueno. A Gio le llamó «Guío», al catalanista Oleguer, «Olegario», al corso Giuly le convirtió en «Chuli». Más cómico todavía resultó que llamara «fenómeno» a Doblas, que acabaría siendo protagonista con otra de sus habituales cantadas.

Pero desde que el árbitro silbó, se acabó el humor y los futbolistas se apresuraron a intentar ser el peor jugador del partido. Se distinguió en este arte el portero azulgrana Valdés, que en los cinco primeros minutos encadenó un mal pase, un fallo en una salida y un error en un blocaje sencillo.

Nadie se sintió intimidado por semejante exhibición. El Betis y el Barça empezaron a perder un balón tras otro, en acciones propias de un campo de colegio. El habitualmente infalible Iniesta perdió hasta cuatro balones en el primer tiempo, algo a lo que ayudó sin duda la intensa presión que realizó el rival, y el juego se parecía más al millón que a un deporte en que la posesión del balón resulta fundamental.

En el desaguisado colectivo también destacó Giuly. Tras una buena internada de Gio por la izquierda, el lateral colocó un balón perfecto a la zona del francés. Giuly midió mal y se lanzó en plancha, como si fuera a rematar de cabeza. En vista de su error, y a pesar del antinatural escorzo que hizo para rematar, acabó por rematar de media tijera. El balón, maravillas de la geometría, salió perpendicular a la portería.

En el minuto 36, el Betis aprovechó una sucesión de fallos en la zaga azulgrana para poner el 1-0 en el marcador y recordar al personal que aquello era fútbol. El tanto no hizo sino espolear la estéril hiperactividad de Ronaldinho, que hizo un partido para olvidar. Si un extraterrestre hubiera visto el choque sin saber quién era el futbolista que pedía todos los balones para regalarlos al rival, se habría quedado con la idea de que era un infiltrado del equipo verdiblanco.

Tras su retraso navideño, el brasileño está oficialmente invernado y la de ayer fue otra actuación para olvidar. Para más inri, en la banda estaba Luis Fernández -viejo enemigo de cuando jugaba en París a sus órdenes- y ese extra de motivación acabó por desquiciarle.En noches como la de ayer, hubiera sido más rentable para su imagen y para el equipo que el astro se quedara abrazado al banderín de córner.

En el segundo tiempo, y con la presión de la cuenta atrás del reloj, el desacierto se tornó guerra de guerrillas. El Barça empató gracias a un cabezazo de Márquez tras un saque de esquina -el mexicano, culpable en el gol de Betis, redondeó su actuación ganándose la quinta amarilla que le impedirá jugar ante el Celta- y el partido murió.

Como culminación al desastre colectivo, la última acción del choque fue un buen corolario: el Betis sacó una falta y la zaga azulgrana se las apañó para dejar solos, dentro del área pequeña, a Melli y Dani. El primero no tocó el balón, que chocó en el delantero antes de trazar una parábola que lamió por fuera la escuadra de Valdés.

Las matemáticas dicen que el Barça es campeón de invierno y que empezará la segunda vuelta con un punto de ventaja sobre sus perseguidores. Ocurre, sin embargo, que el Barça sólo ha sumado 10 de los últimos 21 puntos en liza, y que no gana un partido fuera de casa desde el 19 de noviembre.

Pese a las cifras, Deco, el mejor barcelonista ayer sobre el césped, aseguró que «lo importante es que el equipo está cada vez mejor». Y Rijkaard, también en su línea, salió en defensa de la actitud y el empeño de un equipo que cada vez se parece menos al que ha maravillado en las dos últimas temporadas. «El segundo tiempo hemos estado prácticamente todo el tiempo en campo contrario. Eso quiere decir que el equipo está apretando y que los jugadores están apretando», afirmó. El entrenador holandés sólo convino en que su equipo no había cumplido «con el resultado» y recordó la dificultad de ganar en el Ruiz de Lopera, donde el Betis sólo ha vencido tres partidos esta campaña.

El Barça se llevó ayer un punto de nada, y la cosa, definitivamente, ha dejado de tener gracia.

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