ESPAÑA 33
RUSIA 29
Barrufet
Tomás (5)
Belaustegui (-)
Ch. Rodríguez (1)
A. Entrerríos (8)
Davis (1)
J. Pérez (-)
Uríos (2)
Garabaya (-)
Garralda (-)
Juanín (10, 8)
Iker Romero (6)
Kostygov
Krivoshlykov (2)
Igropulo (6, 2)
Ivanov (4)
Rastvortsev (2)
Koksharov (2)
Chipurin (5)
Titov (ps)
s.c.
Filippov (-)
Kaynarov (2)
Kamanin (2)
Kovalev (2)
Miagkov (2)
Edvokimov (-)
Arbitros:
MANNHEIM. 10.000 ESPECTADORES
Lemme y Ulrich (ALE)
Exclusiones: Juancho Pérez (2) y Kamanin.
Parciales cada cinco minutos: 3-2, 6-4, 8-7, 11-9, 13-13, 17-15 (descanso); 20-17, 22-21, 26-23, 28-24, 31-27 y 33-29 (final) .
España se ofrece para la crítica y para el elogio. Desperdicia ventajas en segundos y las crea en instantes; se excede en prisas, por velocidad desborda; provoca dudas y transmite credibilidad. No maravilla; gana fácil. Cuatro jugadores sumaron 29 de los 33 goles. Demasiados pocos produciendo, produciendo tanto que Rusia no alcanza. O sí alcanza, pronto ve al rival partir de nuevo. En ese juego de contradicciones se hallan bondades y se aprecian deslices. Entre antónimos aparece cifrado el estilo de la selección de baloncesto que, eso sí resplandece, huye de lo convencional. Arriesga, mucho; se obceca, a veces, y descubre salidas, frecuentemente, no sin un desgaste excesivo por los tirones.
En lo ofensivo, España piensa en Uríos como primera opción. Lo busca Chema Rodríguez, de forma insistente en un dos contra dos baloncestístico. Si encuentra al cubano: gol, penalti o exclusión, mas en la búsqueda de la seguridad se deslizan demasiadas pérdidas. En lo defensivo, la debilidad nace del 5:1, que permitió a los rusos producir en la primera parte en situaciones cómodas.
Barrufet, acribillado, sostuvo al equipo con un 40% de efectividad ante lanzamientos desde los seis metros, cosa de Chipurin. El pivote logró cinco tantos en la primera mitad. En la segunda parte se secó, el 6:0 español por medio. Tapada la vía Chipurin, el grupo de Juan Carlos Pastor se encaminó hacia la victoria, compacto atrás y lanzado al contraataque. Así colocó cuatro tantos de distancia (22-18, min. 37), se encogió y volvió a estirarse hasta la máxima (31-25, min. 54). De nuevo, el acordeón. A dos minutos, Rusia se ponía a un palmo (31-29), y ahí se congeló, porque en las situaciones límite no tiembla un conjunto con líderes. Alberto Entrerríos asumió esa labor toda la tarde. El asunto se remató con un hachazo de Uríos y una carrera de Juanín.
Aunque hay un amplio margen de mejora, quizá por culpa de la suficiencia, se acumulan datos para la confianza. La selección avanza con soltura, ya suma cuatro victorias en el Mundial, carga los pulmones con cuatro puntos que suponen prácticamente una plaza para cuartos. La pelea se centra, desde hoy mismo ante Dinamarca (20.15 horas, La2), en subir la posición para facilitar el cruce.
Cubre las estaciones de la hoja de ruta, y suma apuntes como la alta productividad ante Rusia desde los nueve metros, la valentía del joven Víctor Tomas o la maestría de Juanín desde el penalti. Coló ocho, tantos como intentó. A Kostygov le endosó siete. Tiene el portero titular ruso rostro de hooligan sobrio, inofensivo por tanto. No es que no desviase ningún balón, ni adivinó la intención de su contrario. Desesperado, a la sexta llegada de Juanín a los siete metros cedió el puesto a Titov. El chico se presentó en el área, con su número 99 en el pecho, y tampoco la olió. De nuevo lo intentó Kostygov, que acabó rodando por el suelo, mareado.