DANIEL UTRILLA. Corresponsal
MOSCU.-
Una estridente explosión de estética popular norteamericana profanó ayer el templo ex soviético del CSKA para enmarcar la final femenina de la Copa rusa de baloncesto entre el CSKA Samara y el Dínamo de Moscú. Atravesada por el trompeteo infernal de los aficionados, la cancha del CSKA enmarcó el silencioso duelo entre dos españolas que triunfan en el baloncesto ruso.
Compañeras en la selección española, la madrileña Amaya Valdemoro, de 30 años, y la catalana Nuria Martínez, de 23, se midieron ayer en el partido de más alto nivel que las enfrenta en tierras rusas desde que ambas cruzaran el continente para instalarse en el país más grande del planeta. Dominado de principio a fin por las rojas del Samara, el partido concluyó 71-45, sin opción alguna para las blanquiazules del Dínamo. Bajo la batuta dactilar de Nuria Martínez, las voluntariosas chicas del débil Dínamo se chocaron con el muro rojo del Samara. En el duelo liguero de noviembre también se había impuesto el Samara (73-71). La final rusa se quedó pronto sin gas.
«Ha sido un partido muy raro. Muy raro porque normalmente contra el Dínamo siempre nos cuesta un montón», declaró ayer a EL MUNDO Amaya Valdemoro, ligeramente contrariada porque cuando salió a jugar, el partido estaba encarrilado para su equipo, encabezado por la rubia María Stepanova. Reservada por su entrenador para que no se resintiera de una lesión reciente, Amaya sólo pudo compartir pista con Nuria Martínez a partir del segundo cuarto, cuando las suyas casi llegaron a doblar a sus rivales (30-16). Galardonada en Rusia como la mejor jugadora extranjera de la pasada temporada, Valdemoro anotó siete puntos, dos más que su compatriota y rival. Reconocible entre albinas por su pelo negro oscuro, Nuria se lamentó por el mal partido. «Lo merecen, son mejores», concluyó la base catalana, que llegó a Rusia en octubre.
Capitaneadas por Stepanova, el Samara CSKA cuenta en sus filas con jugadoras internacionales como la norteamericana Demya Walker (14 puntos), la belga Ann Wauters (que ayer anotó 17) o la misma Amaya, que marcan la diferencia. En su particular duelo las españolas se defendieron en varias jugadas y cruzaron durante un placaje bajo el aro.
Durante la entrega de premios (reogada con bombardeo masivo de confeti), algunos aficionados prefirieron dedicar sus flashes al equipo de animadoras llegado de Samara, donde un dicho popular sitúa a las mujeres más bellas de Rusia.
«Vivir aquí es duro y echo mucho de menos España», asegura Amaya, que lleva un año y medio en Samara (800 kilómetros al sureste de Moscú). Sus constantes viajes por Rusia les impide casi verse, pero se llaman cuando coinciden en Moscú. Aunque en los entrenamientos reciben las instrucciones en inglés, ambas chapurrean la lengua de Tolstoi. «Ya sé decir jachu bodu [quiero agua], y a las compañeras también les digo: Davai, davai [vamos, vamos]», sonríe Nuria. ¿Qué más puede necesitar una baloncestista para sobrevivir en Rusia?
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