«Hay algunos que piensan que la estrategia ganadora en estos tiempos es protegerse de los demás. Mi respuesta es tan clara como corta: No». La canciller alemana, Angela Merkel, ha asumido con fuerza su papel este año de presidenta de la Unión Europea y del Grupo de los Ocho países más industrializados (G-8) y ayer se metió en el bolsillo a los centenares de empresarios presentes en el Foro Económico Mundial de Davos defendiendo un nuevo avance en la globalización.
Merkel se mostró resuelta a empujar un acuerdo en la llamada Ronda de Doha de liberalización del comercio mundial -iniciada hace seis años- y para ello planteó una mayor integración económica entre la UE y Estados Unidos, por un lado, y un acercamiento a los líderes del mundo emergente, por otro.
La canciller anunció que quiere plantear en la cumbre UE-EEUU del próximo 30 de abril en Washington un acuerdo para desarrollar «la potencialidad» que, en su opinión, existe entre ambos bloques. Señaló que se producen «costes innecesarios» en las relaciones económicas entre ambos, pese a la similar estructura de mercados, y se mostró partidaria de suprimir regulaciones y acercar posiciones en mercados financieros y energía, entre otros capítulos.
Merkel no llegó tan lejos como defiende el ex presidente del Gobierno, José María Aznar, de crear una zona de libre cambio con EEUU, y enmarcó su plan dentro del impulso de la Ronda de Doha. En su opinión, «hay una posibilidad real de alcanzar un acuerdo» entre los 150 países implicados, pero señaló que «todos deben poner de su parte», empezando por Alemania y por los países que quieren mantener protección agrícola en Europa.
Consideró necesario un acercamiento específico a China, India, México, Brasil y Sudáfrica, como líderes de los llamadas países emergentes, y anunció que los invitará a la próxima cumbre del G-8 para mantener un diálogo preferente con ellos. «Los cambios están siendo increibles», apuntó. «En 2009, China desplazará a Alemania y a EEUU como primer exportador mundial», subrayó la canciller.
Merkel quiere implicar también a esos países en otro de los retos prioritarios de la agenda política, el cambio climático. Hasta el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, ha dado señales en su discurso de esta semana sobre el estado de la Unión Europea, de admitir el problema, con lo que la canciller alemana se mostró optimista.
Fue en ese capítulo su única mención a España: «Si no abordamos el problema, en la montaña más alta de Alemania no habrá nieve y no sabemos si crecerán robles en España y Portugal, porque la tendencia a la sequía es creciente».
La canciller defendió la existencia de un mercado energético europeo -sin mencionar expresamente a la eléctrica española Endesa- y aseguró que el presidente ruso, Vladimir Putin, está dispuesto a alcanzar acuerdos escritos con la UE para garantizar el suministro.
La canciller recibió las críticas de algunos de los presentes. «No nos engañemos, la globalización asusta a muchas personas, pero creo que ofrece más oportunidades que riesgos», afirmó al auditorio. «Si es usted capaz de gobernar esa gran coalición en Alemania, seguro que le resultará fácil cumplir lo que nos ha planteado en la UE y en el G-8», la aplaudió irónico el presidente de Coca-Cola, Neville Isdell.
Euforia económica en Davos
El 92% de los dirigentes empresariales del mundo encuestados por PriceWaterhouseCoopers se muestra esperanzado en que 2007 será un año mejor para sus negocios. Este indicador de confianza es el doble que el que se registraba hace cinco años y es síntoma del optimismo que impera en Davos.
El Fondo Monetario Internacional pronostica un crecimiento de la economía mundial del 5% este año a pesar de la desacelaración estadounidense. «El mundo ya no es tan dependiente de EEUU», afirmó Laura Tyson, profesora de la Universidad de Berkeley y una de las gurús de Davos. «Ninguna de las predicciones pesimistas del año pasado se ha cumplido», dijo Jacob A. Frenkel, de American International Group.
