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El chantaje se ha vuelto respetable (Robert G. Menzies) |
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SER |
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El paraíso de la grúa |
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Dos tramos de aparcamiento con líneas pintadas de azul y verde en zona de carga y descarga confunden a los conductores y provocan la retirada de 15 coches al día en el barrio de Salamanca |
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LUIGI BENEDICTO BORGES
Apenas una superficie de 15x3 metros de dos de las esquinas de la calle de Velázquez con Don Ramón de la Cruz está provocando la desesperación de cientos de personas. Ese espacio lo ocupan seis plazas de aparcamientos, bastante amplias y que, para alivio de los conductores, suelen estar habitualmente libres los días de trabajo. Después de dar mil y una vueltas buscando un sitio donde poder dejar el coche, en una zona donde no sobran precisamente, cuando los conductores ven semejante hueco libre notan que su esperanza alcanza una tonalidad verde más fuerte que la línea que marca los estacionamientos de Don Ramón de la Cruz.
En un principio, esos tres aparcamientos son de los pocos de la capital donde, una vez deja quieto el volante, el ciudadano en cuestión va a sacar el ticket, mete una moneda de dos euros para poder estacionar una hora y no le molesta que el parquímetro no le dé cambio. Pero claro, sólo en un principio. Sesenta minutos después, cuando el ciudadano vuelva a su vehículo, lo más probable es que no lo encuentre, porque se lo ha llevado la grúa. Por mucho que la pintura verde y los parquímetros sean muy recientes, dos añejas señales de prohibido aparcar se erigen al principio y al final de los aparcamientos, peleando aún por su dominio. Aunque estén rayadas y hasta tapadas por una cantosa pegatina amarilla que anunciaba una manifestación. Y a pocos metros de allí, en la otra esquina, frente a un establecimiento de la pastelería Mallorca, más de lo mismo, pero con una pequeña salvedad: en este caso, contra las señales de «no aparcar, carga y descarga» luchan juntas no una, sino dos rayas discontinuas azules, una erosionada por el paso del tiempo, y otra limpia y reluciente.
Así lo reconoce el doctor Enrique de la Morena, uno de los afectados. «El pasado día 17 acudí a una reunión en el número 70 de la calle Velázquez y aparqué el coche allí», explica. «Hice las maniobras correspondientes, acudí al parquímetro, puse el ticket y al bajar ya no estaba el coche. Pensé que me lo habían robado, hasta que entré en la tienda Mallorca y me comentaron que se lo había llevado la grúa, y no había tardado ni 10 minutos». Media hora después, el doctor De la Morena ya había pagado los pertinentes 137 euros para sacar el coche del depósito de la grúa, pero su malestar aún continúa. «Es todo un negocio, algo tremendo, porque incluso hay carteles donde te ponen el día en el que se inició la regulación de los aparcamientos, fechas muy recientes, lo que provoca mayor confusión», dice. De la Morena ya ha puesto el asunto en manos de su abogados.
Los trabajadores y los vecinos reconocen el problema. «Los días laborales, cuando un camión va a descargar, llega y ve que hay un coche aparcado, ya está con el móvil en la mano preparado para llamar a la grúa. Ya les fastidia tener que retrasar la entrega de su pedido como para que les estorben los coches mal aparcados. ¡Y más les fastidia que encima sean vehículos caros!», bromea la dependienta de una tienda con vistas a uno de los aparcamientos afectados. Según ella, «cada día la grúa se lleva, sin exagerar, más de 20 coches».
Uno de los controladores del SER (Servicio de Estacionamiento Regulado) de la zona, reconoce los problemas, si bien rebaja la cantidad de coches que acaban en el depósito («No creo que sean más de 15 diarios»), aunque justifica que acaben ahí. «Los conductores deben recordar que la señal vertical siempre predomina sobre la horizontal, en cualquier caso», manifiesta, «si bien es cierto que hay equívocos porque la gente cree que manda lo que se puso más tarde, o sea, las líneas verdes y azules. Piensan que al haber pagado el ticket no va a pasar nada, pero luego llegan los repartidores y los vehículos industriales y... Un caos, porque las grúas tampoco lo tienen fácil para hacer su trabajo».
Por ahora, las dos esquinas de Velázquez con Don Ramón de la Cruz son las que más malentendidos provocan entre los conductores. Pero no son las únicas. En la misma manzana, vuelve a pasar lo mismo en otros cuantos lugares, que pasan desapercibidos por las obras y la menor presencia de negocios. Pero en dos días pueden cobrar protagonismo. Y aumentar los quebraderos de cabeza colectivos.
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