Pedro Víllora
La agregada cultural de la Embajada de Noruega, Kirsti Baggethun, y su colaboradora Asunción Lorenzo, han traducido Escritores noruegos meditan sobre Ibsen, que contiene los epílogos que 12 autores actuales han preparado para otros tantos textos de Henrik Ibsen. Aparte de desear que se tenga una iniciativa semejante con Buero Vallejo -tan ibseniano él-, regocija contemplar cómo hay jóvenes comprometidos con la necesidad de despojar a los clásicos de tópicos bienintencionados.
Nikolaj Frobenius nació en 1965 y es, por tanto, coetáneo estricto de Juan Mayorga, adaptador del Un enemigo del pueblo que hoy estrena Gerardo Vera con Francesc Orella, Enric Benavent y Elisabet Gelabert. Dice Frobenius de esta obra sobre un médico que descubre cómo el balneario que sustenta a su pequeña ciudad tiene las aguas contaminadas, es aclamado como un héroe cuando lo revela, y luego cuestionado al saberse que resolverlo acabará con el bienestar local: «Al doctor Stockmann se le suele colocar en medio del paisaje progresista humanista». Ahora bien, cuando la prensa, el pueblo y el alcalde -su hermano, en una relectura de Caín y Abel sin maniqueísmos de buenos y malos- se le enfrentan, el doctor se obsesiona y, aunque los montajes suelan matizarlo, «se enamora de su propia imagen. Está negativamente orgulloso de ser proclamado un enemigo del pueblo, y paso a paso se aleja de esa filantropía que antes ha manifestado». Se pregunta Frobenius: «¿Está diciendo Ibsen algo sobre la rabia implícita del hombre progresista?».
Vale la pena escuchar a Gerardo Vera, alguien cuyo primer trabajo televisivo fue precisamente el vestuario de Un enemigo del pueblo en un Estudio 1 de 1981 dirigido por Francisco Abad y protagonizado por José Bódalo, Irene Gutiérrez Caba, Alberto Fernández y Cristina Higueras: «Esta obra ha sido controvertida porque los discursos de Stockmann están hechos desde un hombre librepensador con personalidad egocéntrica. El discurso pelado de Ibsen traumatiza porque era una época en que se estaban consolidando las democracias europeas, y ese discurso tan individualista que defiende la minoría por encima de la mayoría va más allá de lo que es una obra de teatro».
Vera ha estudiado versiones como la de Christopher Hampton y la de Arthur Miller que se vio en España en 1973 con Fernando Fernán Gómez y Emma Cohen: «Dentro del discurso elitista de Stockmann había un punto por el que muchos lo han acusado de fascista, pero Miller defendía que alguien de la integridad moral de Ibsen no podía ser un precedente del fascismo. Miller aclaraba que Ibsen estaba refiriéndose a una élite que dirigiese la sociedad pero nunca desde la aristocracia del dinero, la cuna o incluso la inteligencia. Él hablaba de la aristocracia del pensamiento libre, en el sentido de que una democracia es más perfecta cuando los ciudadanos están más informados. Al final la obra habla de una sociedad que está más atenta a sus intereses económicos que a sus intereses como ciudadanos, y denuncia cómo los medios de comunicación colaboran para que esa corrupción no se conozca».
Con actualizaciones pero sin localismos, Un enemigo del pueblo será un acicate para la reflexión en estos días de confusión y extremismos políticos de cualquier tendencia.
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