Jacques Chirac ha sido el primero en dar ejemplo. Las arcas del Estado francés concederán un préstamo con interés subvencionado de 500 millones de euros a Beirut para colaborar a su reconstrucción económica y paliar el efecto vertiginoso de la deuda internacional.
El anuncio es una manera de animar a los 40 países que participan hoy en la conferencia internacional de ayuda al Líbano.
Prevalece el enfoque de la solidaridad pecuniaria, aunque la presencia de Condoleezza Rice, secretaria de Estado norteamericana, de Ban Ki Moon, secretario general de Naciones Unidas, de Amr Musa, secretario general de la Liga Arabe, y de Fuad Siniora, primer ministro libanés, convierte la cumbre en una oportunidad para consensuar soluciones y alternativas políticas.
«Estas últimas jornadas de crisis en el Líbano recuerdan peligrosa y sospechosamente a los tiempos de la discordia, de la guerra civil y de la tutela siria», lamentaba Siniora a su llegada a la capital francesa.
Los militantes de Hizbulá estuvieron a punto de frustrar el viaje del jefe del Gobierno. Tenían bajo control el aeropuerto de Beirut, pero finalmente se avinieron a permitirlo despegar con destino a París.
Allí estaba Jacques Chirac para recibirlo como promotor de una conferencia que aspira a agitar la conciencia y los bolsillos de la Administración estadounidense. De hecho, Condoleezza Rice trae consigo un cheque por valor de 594 millones de euros.
La Comisión Europea, por su parte, ha comprometido canalizar unas aportaciones de alrededor de 400 millones de euros en la Conferencia de Donantes.
«Unos y otros estados tienen que ser conscientes de que la crisis económica del Líbano redunda en la gravedad de la crisis política. El dinero puede ayudar a resolver muchas de las necesidades inmediatas», explicaba ayer el jefe del Estado francés, en presencia de Siniora.
Las declaraciones de Chirac en París se entienden porque el Líbano arrastra una deuda de unos 36.000 millones de euros. Es decir, el equivalente en números rojos al 180% del Producto Interior Bruto.
Las cifras relativizan el compromiso económico que ha adquirido la Comisión Europea. Ayer, trascendió en Bruselas que el organismo comunitario, consciente de la necesidad de las reformas, va a contribuir a la conferencia con 400 millones de euros en tres años.
«Europa ha hecho enormes esfuerzos para la reconstrucción del Líbano desde que surgió el conflicto del verano. Ahora es el momento de avanzar y de afrontar las reformas económicas y políticas necesarias», decía Durao Barroso, en nombre del Ejecutivo comunitario.
Se trata de una contribución dirigida. O sea, que la Comisión desembolsa los dineros para dedicarlos específicamente a la reforma fiscal, las finanzas públicas, la regeneración del clima empresarial y el desarrollo del empleo.
La cumbre de hoy aloja a 40 países y delegaciones. También a la española, que aterriza encabezada por Miguel Angel Moratinos, ministro de Exteriores, sin que haya trascendido el montante de la ayuda. Madrid se había comprometido a enviar a Beirut 31 millones de euros cuando se celebró la conferencia de donantes de Estocolmo. Esta vez, sin embargo, parece que el Gobierno de Zapatero quiere insistir menos en los aspectos económicos y bastante más en los argumentos políticos. «Queremos que el Líbano tenga presente el apoyo de España en un momento particularmente sensible. El Ejecutivo de Siniora tiene toda nuestra solidaridad», señalaban ayer fuentes diplomáticas españolas.
Es la tercera cumbre que se celebra en París a propósito del Líbano desde el inicio del milenio, aunque la tensión que se palpa ahora es bastante mayor que en la convocatoria de las dos anteriores. No sólo por el precedente inmediato de la guerra veraniega. También por la resonancia de la huelga general convocada el martes y saldada trágicamente con tres muertos.
«Las soluciones al Líbano no van a venir desde la presión y la intimidación de la calle», replicaba ayer Siniora en París. «Ni al Gobierno ni a la oposición pueden interesarles estas derivas anarquistas».
En Beirut, coincidiendo con la Conferencia de Donantes, el jefe de la milicia chií Hizbulá, Hasan Nasrallah, anunció una nueva escalada de protestas tras la jornada de enfrentamientos del pasado martes en todo el país, en los que murieron tres personas y más de 133 resultaron heridas, informa Reuters.