ILDEFONSO GONZALEZ. Especial para EL MUNDO
ESTAMBUL.-
Turquía amanece cada día con nuevos detenidos y la prensa local carga sus tintas sin ningún tipo de remilgo contra las autoridades. Las investigaciones por el asesinato del periodista de origen armenio Hrant Dink se están complicando con el paso de las horas y lo único que está claro en estos momentos es que Ogün Samast, el joven detenido el sábado y que ha reconocido su culpabilidad, es el presunto autor del crimen.
Más allá, todo está plagado de dudas, tantas que ningún medio turco se pone de acuerdo sobre la cifra de arrestados hasta el momento. Cinco de ellos, incluido Samast, comparecieron por primera vez ayer ante un tribunal de Estambul. El fiscal determinó el arresto del adolescente bajo los cargos de asesinato y su ingreso en la cárcel de Bayrampasa. Si se establece que es mayor de edad, después de una prueba ósea, podría pasar el resto de sus días entre rejas.
Sin embargo, la verdadera noticia se había fraguado un poco antes, cuando uno de los supuestos cómplices de Samast amenazó al flamante Premio Nobel de Literatura, un turco que como Dink ha sido llevado a juicio por reconocer el genocidio armenio y contravenir el artículo 301 del Código Penal. «Ten cuidado, Orhan Pamuk», gritó a la prensa un desafiante Yasin Hayal. Pamuk vive de momento sin escolta policial, a pesar de que también ha recibido numerosas amenazas por parte de ultranacionalistas.
Hayal, de 26 años, estaba considerado hasta el momento como el principal instigador de la muerte del intelectual. De hecho, él fue quien le entregó a Samast una pistola calibre 7,65 y algo más de 100 euros para que viajara a Estambul y terminara con la vida de Dink. Ambos eran amigos y oriundos de Trebisonda (noreste de Turquía). La diferencia es que mientras Samast era un desconocido, Hayal era un reconocido terrorista, responsable de la colocación de una bomba en un McDonalds de esta ciudad hace dos años. Por ello, había sido juzgado y condenado, aunque las autoridades le perdieron la pista nada más abandonar prisión.
Pero los diarios turcos amanecieron ayer con nuevos datos, los de un nuevo detenido esta semana que sería en realidad el cerebro de toda la operación. «Aquí llega el gran hermano», tituló el popular Sabah. Se llama Erhan T. y es un reputado estudiante universitario, también de Trebisonda, que habría sido escolta personal del líder del partido nacionalista e islamista de la Gran Unidad (BBP), Muhsin Yazicioglu, el mismo que hace unos días se apresuró a desvincularse del atentado. Del BBP procede precisamente la organización paramilitar Lobos Grises, responsable de miles de muertes durante los últimos años y a la que perteneció Mehmet Ali Agca, quien intentara asesinar al Papa Juan Pablo II en 1981.
La policía registró la vivienda de Ergan y halló una Biblia y varios CD con imágenes de la guerrilla chechena y de iraquíes torturados por soldados estadounidenses que, según Sabah, el estudiante se dedicaba a mostrar a Samast y a Hayal. Y aún hay más. Erhan T. permaneció detenido durante un día en el marco de las investigaciones por el asesinato del sacerdote católico Andrea Santoro, muerto a tiros en febrero de 2006, en plena crisis de las caricaturas, por un adolescente de Trebisonda.
Así, el caso de la muerte de Hrant Dink se complica por momentos y va camino de convertirse en una patata caliente para el Gobierno de Erdogan que, en un primer momento, había descartado las motivaciones políticas y se las prometía muy felices con la rápida y sencilla detención de Ogün Samast.
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