ROBERT TAIT. The Guardian / EL MUNDO
TEHERAN.-
El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, está afrontando el desafío de su principal rival interno para el control de las políticas económicas y energéticas.
Hashemi Rafsanyani, un conservador pragmático derrotado en los comicios de 2005, cree que el país tendría que ceder a las presiones de los países occidentales y suspender su programa de enriquecimiento de uranio para no poner en peligro el régimen islámico. En concreto, Rafsanyani está intentando convencer al líder supremo, el ayatolá Ali Kamenei, quien tiene la última palabra en las cuestiones de Estado, que ulteriores negociaciones son indispensables para conjurar el peligro de un eventual conflicto con EEUU o Israel.
El político conservador demostró su creciente influencia en la política nuclear en una reunión celebrada ayer con el embajador británico en Teherán, Geoffrey Adams. Rafsanyani aseguró al diplomático europeo que su país tiene la intención de permitir «todas las inspecciones que las autoridades competentes consideren necesarias» para demostrar la naturaleza pacífica de sus actividades.
Fuentes diplomáticas afirmaron que el político conservador no ofreció un inmediato acceso a las plantas iraníes, sino que incluyó esta posibilidad en el marco de un futuro acuerdo. Y es que Teherán anunció esta semana haber negado su cooperación a 38 inspectores del Organismo Internacional de la Energía Atómica.
Las declaraciones conciliatorias de Rafsanyani contrastan con la postura desafiante de Ahmadineyad, que se opone rotundamente a suspender el enriquecimiento de uranio. «Otras 10 resoluciones de la ONU no impedirán que renunciemos a nuestros derechos», declaró el presidente iraní.
|