En los pasillos de Bruselas, funcionarios y diplomáticos reconocen que la UE cometió un «error estratégico» en mayo, al suspender las negociaciones con Serbia y unir su destino a la entrega de un resbaladizo fugitivo. Ahora, con la tensión por el futuro de Kosovo, la Unión intenta resucitar las charlas.
Frank-Walter Steinmeier, ministro de Exteriores de Alemania, país que preside este semestre la UE, repite que los Veintisiete deben encontrar «formas para retomar las negociaciones del Acuerdo de Estabilización y Asociación [el primer paso hacia el proceso de adhesión] lo antes posible» y ya no menciona la condición de capturar al ex general Ratko Mladic, acusado de crímenes de guerra, y entregarlo al Tribunal Internacional para la Ex Yugoslavia. Incluso José Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión, sugirió ayer que el futuro de Serbia en la UE puede estar más cerca «si sigue por el camino de las reformas».
El lunes, durante la rueda de prensa tras la reunión de ministros de Exteriores, el representante alemán se agitaba en su silla con gestos de protesta cuando Olli Rehn, comisario de Ampliación, relacionaba de nuevo las charlas de Serbia con su «plena cooperación» con la Corte para la transferencia de Mladic.
Javier Solana, jefe de Política Exterior de la UE, asentía hacia Steinmeier, ya que él mismo ha criticado las trabas a los serbios, que deben superar la pérdida de Montenegro y, sobre todo, de Kosovo. «El Acuerdo de Estabilización y Asociación era su única relación con el mundo exterior», se queja un portavoz comunitario.
Los Veintisiete quieren tender una mano hacia Serbia. «El acuerdo es que, una vez formado un Gobierno con las fuerzas democráticas, se vuelva a negociar y punto, no hay que certificar nada», explica un diplomático europeo.
Del Ponte actúa
Carla del Ponte, la fiscal del Tribunal de La Haya encargada del caso y bajo la presión de los pocos resultados obtenidos, ha lamentado ante Rehn la aparente flexibilidad de los estados miembros y la semana próxima viajará a Bruselas para pedir firmeza en las exigencias a Belgrado.
El Gobierno «democrático», como llama la UE a una coalición que excluya a los radicales nacionalistas, los más votados, se formará pronto, según Solana, que habló el martes con el primer ministro, Vojislav Ko¿tunica, el aliado clave para el presidente Boris Tadic, más moderado y proeuropeísta. El ministro de la diplomacia europea dijo que Ko¿tunica le indicó que pretende «una coalición con las fuerzas proeuropeas», aunque un portavoz del serbio desmintió toda garantía sobre con quién va a unirse.
Los radicales podrían ganar más protagonismo a partir de mañana, cuando Martti Ahtisaari, el enviado de la ONU para Kosovo, presente en Viena su propuesta para resolver el estatus de la provincia serbia bajo protectorado de Naciones Unidas. De momento, el diplomático finlandés se limitará a medidas para proteger a las minorías y organizar el despliegue internacional. La región se convertirá en un experimento multilateral, con una misión policial y civil de la UE, otra de la OSCE, que preside este año España, y la militar de la OTAN.
La propuesta de Ahtisaari, que irá en primavera al Consejo de Seguridad de la ONU, reconoce el derecho de Kosovo a unirse a organizaciones internacionales «si es invitado» y se considera «útil para la funcionalidad del territorio», lo que supone considerarlo un país independiente. Sin embargo, la suerte de la resolución sobre este estatus es incierta, dado el posible veto de Rusia, partidario de la unidad de Serbia. «No prejuzguemos el resultado», ha pedido el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon.