MARTIN PRIETO
Hace años dos miembros de los GRAPO iniciaron una carrera hacia la muerte en Zaragoza de la que se salvaron por la práctica o la persuasión del facultativo que les tocó en suerte. El médico fue asesinado por la banda al haber obstaculizado un objetivo revolucionario. Ya volvemos a andar por las mismas cruces.
De Juana Chaos no es un chantajista: es un gatazo con las fauces ensangrentadas que amilanan a magistrados con puñetas y a políticos infatuados. Todo predice que el pleno de lo penal de la Audiencia Nacional mandará a este matarife a su casa para evitar un deceso buscado. Morirse es mucho más difícil de lo que piensa la gente y este enfermo mental aún duraría con soporte de nutrición parenteral. También se le podría abrir la boca y meterle sopa caliente, aunque lo tendría por medicina encarnizada y las diferentes ONG con las asociaciones de Derechos Humanos (esa patulea que jamás visita a las víctimas del terrorismo) se echaría encima del medroso Zapatero.
El escorpión dentro de un círculo de fuego se pica a sí mismo y se mata con su propio veneno. De Juana ha picado letalmente 25 veces y ha recibido un trato jurídico-penal penitenciario tan favorable (sólo 18 años efectivos) aunque aún le queden causas menores que no son de sangre. Nunca el crimen organizado se ha tasado tan bajo en este país.
Quedan incógnitas sarcásticas que no se resolverán hoy por los jueces de la Audiencia Nacional. ¿Si en su domicilio este alacrán se recupera volverá a prisión o tal vez permanecerá indómito en su casa? ¿Y si se le devuelve a la cárcel tras su voluntaria anorexia y regresa negándose a comer, volvemos a empezar el baile del arácnido? En este proceso de paz con muertos el Gobierno quiere que todos nos encontremos en el mismo lado, el de los inocentes, y no se hace a la idea de un etarra muerto entre rejas. Es lo que este fanático busca: más kale borroka y atentados de sus correligionarios. Zapatero es inmensamente bobo diciendo aquello que De Juana es un hombre coincidente con un esfuerzo por la pacificación. Este verdugo sólo está por volver a su casa a comer chistorra, en el supuesto de que sus amigos no le sigan pasando jamoncito de York por debajo de las sábanas. Según San Agustín, justicia es dar a cada uno lo suyo. El caso De Juana nos advertirá que la máxima agustiniana se nos ha disuelto entre los dedos como azucarillo mojado. De Juana nos pica la mano.
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