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| El chantaje se ha vuelto respetable (Robert G. Menzies) |
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| Impresiones |
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| Nos cuentan que... |
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para gustos, se hicieron los colores... y los sabores. Por ejemplo, el presidente Zapatero no aprecia en absoluto el chocolate y mucho menos el conocido como chocolate negro, sin pizca de leche y con gusto amargo. Y ello, a pesar de que este manjar está considerado por gastrónomos y sexólogos como afrodisíaco. Si hay que comer chocolate, el presidente se inclina por el blanco, aunque en realidad su dulce favorito es «la tarta de manzana» o en su defecto «un buen bizcocho». Y si de lo que se trata es de seleccionar un ingrediente capaz de elevar la temperatura en una noche romántica, Zapatero se inclina por la canela. Otro caso muy distinto es el del Rey Juan Carlos, quien nunca ha ocultado su debilidad ante una copa de buen vino tinto y unas lonchitas de jamón ibérico bien cortado. ¿Y en las recepciones y cócteles a los que acuden ambos? Pues, al presidente le toca aguantarse con lo que caiga, en tanto que Su Majestad tiene el privilegio de recordar a sus ayudantes que a él lo que le va, además del jamón de pata negra, son unos canapés pequeñitos con forma de barquita rellenos de guacamole picante. Estos bocados compiten en el terreno de lo sexy, según el Rey, con la especia favorita de Zapatero. Ayer, en la recepción al Cuerpo Diplomático, aprovechando que Doña Sofía, estricta defensora de la comida saludable y austera, charlaba con un grupo de invitadas, ambos dirimieron, divertidos, todas estas diferencias sobre la cuestión.
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