ANGEL DIAZ
MADRID.-
Desde El arte de amar de Ovidio, innumerables páginas y reflexiones han tratado de desvelar -con más o menos fortuna- los secretos de la seducción, pero lo cierto es que muchos de sus aspectos aún son un misterio. Las arañas, en cambio, eligen a su pareja de un modo mucho más sencillo, aunque invisible para nosotros: la clave de un buen cortejo para algunas de estas especies de artrópodos se encuentra en la luz ultravioleta.
Así lo acaba de descubrir un equipo de científicos del Reino Unido, China y Singapur, tras realizar un experimento con arañas saltarinas (Cosmophasis umbratica) cuyos resultados se publican hoy en Science. Tanto los machos como las hembras de esta especie, conocida entre los expertos por su inmejorable visión, basan gran parte de su sex-appeal en zonas de su cuerpo que responden a la radiación ultravioleta.
Los machos poseen zonas en su cara y cuerpo que reflejan esta clase de luz y que, durante el cortejo, se esfuerzan en mostrar adoptando una singular postura: el vientre flexionado, las patas arqueadas y los palpos (apéndices alrededor de la boca) extendidos y vibrantes. Por su parte, las hembras no presentan ninguno de estos rasgos, pero sus palpos se vuelven fluorescentes al ser excitados por la luz ultravioleta. En este caso, el intenso brillo de estas dos extremidades delanteras sí es visible para nuestros ojos.
Cuando los investigadores filtraron la luz ultravioleta que llegaba a las arañas, éstas dejaron de responder al cortejo: los machos apenas se esforzaban en adoptar su posición seductora, y las hembras no doblaban el vientre, curvaban las piernas ni corrían hacia otro lado, que son sus peculiares maneras de decir sí, quiero.
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