La gente, que no es tonta, había escuchado sorprendida a Manuel Chaves, presidente del Partido Socialista, que pedía nada menos que la libertad provisional para el verdugo; había oído al líder socialista vasco Patxi López, no tan desconcertada porque llovía sobre mojado, pedir prisión atenuada para el no arrepentido; y sabía que el fiscal, a las órdenes del fiscal jefe que tiene hilo directo con Zapatero, reclamaba que el múltiple criminal fuera enviado a su domicilio. La gente, que no es tonta, tenía suspendida la respiración anhelando, ansiando que no se cumpliera la sospecha de que la Audiencia Nacional se iba a dejar influir e iba a claudicar ante el chantaje etarra. Cuando ayer a media mañana circuló la noticia de que 12 magistrados lograban que la ley del sentido común -además de la ley positiva- prevaleciera, la gente recuperó el resuello de la dignidad y se sintió librada de un peso atroz.

¿Por qué se le hace pasar a este país por tales episodios de tensión, cuando las bases del problema están tan claras? A un lado se encuentran los etarras, que buscan por todos los medios -desde la bomba hasta la huelga de hambre- la rendición del Estado, y al otro lado se encuentra el Estado de Derecho, que no puede recular ni un metro, que no puede titubear, que no puede humillarse ni en broma porque ésa es precisamente su rendición. ¿Por qué los encargados de mantener al Estado firme parecen de pronto los resignados a las presiones de los enemigos? La gente, que no es tonta, ve oscilaciones suficientes para perder la paz.

La suerte que tenemos es que los deslices políticos no han podido con la columna de la Justicia, porque sólo seis días antes de la bienvenida decisión de la Audiencia, el Tribunal Supremo, en otro ejercicio de razón, declaró terroristas a los miembros de Jarrai, organización que encuadra a los cachorros de ETA. Ha costado tiempo y esfuerzo pero el Alto Tribunal ha podido sobreponerse a intimidaciones y aplazamientos para decir algo que estaba claro para los observadores más próximos del mundo etarra.

Estos dos fallos judiciales en menos de una semana han sido dos buenísimas noticias para la paz, no tanto para la negociación ni para los terroristas, como lo demuestra la contrariedad de sus voceros y la reacción de sus partidas. No obstante, para cumplir la agenda de temas pendientes con el terrorismo, hace falta que llegue una tercera decisión de la Justicia clarificadora y útil: la ilegalización de la firma etarra presente en las instituciones, ese caballo de Troya que recauda fondos del Parlamento vasco -que ahora es para ellos una necesidad de primer orden-, que se llama Partido Comunista de las Tierras Vascas, PCTV, y que es una especie de Batasuna Bis.

Hace también sólo seis días, el PCTV evitó condenar el bombazo etarra del 30 de diciembre, lo que le incluye en las organizaciones que la Ley de Partidos vigente considera ilegales. El problema en este caso es que la ilegalización del PCTV requiere la colaboración necesaria del presidente del Gobierno o del fiscal del Estado, únicos legitimados por la Ley para instar el proceso de ilegalización. O sea que la marca Batasuna PCTV no será ilegalizada si Zapatero no quiere, y hasta el momento ha demostrado no querer. Pero es lo que falta, en este momento de venturosas decisiones de la Justicia, para confirmar a ETA que el Estado de Derecho no se entrega. La gente, que no es tonta, también acaba entendiendo la responsabilidad de cada uno. ¿Acabará cayendo en la cuenta Zapatero?