El Gobierno libanés decretó ayer el toque de queda tras la muerte de cuatro estudiantes en las violentas protestas callejeras que enfrentaron a seguidores del Gobierno libanés con partidarios del movimiento Hizbulá. Los disturbios -continuación de una huelga general convocada dos días antes por el Partido de Dios- obligaron al Ejecutivo a promulgar la medida, que entró en vigor a las 20.30 hora local (19.30 en la España peninsular) y tenía previsto mantenerse hasta las 6.00 horas (05.00 hora peninsular española) de hoy.
Los enfrentamientos estallaron en el principal campus de la Universidad Arabe de Beirut, al sur de la capital libanesa.
Los llamamientos a la calma se sucedieron durante toda la jornada. A ellos se sumó el jeque Hasan Nasrala, líder de Hizbulá, que urgió a sus seguidores a que respeten las órdenes del Ejército libanés y cumplan el alto el fuego: «Estamos utilizando una fatwa (...) en interés del país y la paz civil (...). Todo el mundo debería evacuar las calles, mantenerse en calma y dejar el escenario a las tropas libanesas y las Fuerzas de Seguridad», dijo.
Pero los choques de ayer demuestran cómo la lucha por el poder político en Líbano, que enfrenta a Gobierno y oposición (dirigida por Hizbulá), se está extendiendo a las calles. «Estamos siendo testigos de escenas que nos recuerdan a la guerra civil», señaló Nabih Berri, portavoz parlamentario y líder del partido chií Amal, pidiendo contención. «Debemos volver a las conversaciones. No existe otra solución».
«Todo empezó en la cafetería a la hora del almuerzo. Dos estudiantes, uno de ellos partidario del [progubernamental] Movimiento Futuro, y el otro seguidor de la oposición, se enzarzaron en una pelea. En pocos minutos se había extendido por todo el campus», contaba un universitario.
La lucha encendió rápidamente, los disturbios en muchos distritos de la capital, tanto suníes como chiíes, mientras los jóvenes lanzaban piedras, prendían fuego a los neumáticos para bloquear el tráfico, incendiaban coches y rompían parabrisas, mientras el repiqueteo de los disparos perforaba el aire.
Vehículos blindados atravesaron las calles y los soldados dispararon al aire para dispersar a la multitud. Las tropas utilizaron camiones militares para rescatar a decenas de civiles atrapados por la violencia en los barrios afectados. Mientras, las cadenas de televisión rivales se culpaban mutuamente de los disturbios.
Disparos desde el tejado
Por la tarde, el Ejército cortó la ruta que une la ciudad con el aeropuerto internacional de Beirut para impedir que los incidentes se extendiesen hasta allí. Algunos testigos aseguraron haber presenciado cómo hombres armados disparaban contra los estudiantes desde los tejados de las áreas mayoritariamente suníes, mientras otros contaban haber visto a una multitud de chiíes atacar una escuela en otro área de la capital.
Hordas de jóvenes corrían a través de las calles, destrozando las ventanas de los coches. Algunos manifestantes se subieron a los balcones de las casas para arrojar piedras a los transeúntes mientras densas nubes de humo negro ascendían al aire desde los neumáticos de goma incendiados. En varias zonas comerciales donde se registraron los choques, como las céntricas Hamra o Mar Elías, las tiendas permanecieon cerradas varias horas para evitar destrozos.
La huelga general del martes fue la primera escalada importante de la violencia instigada por la oposición desde que sus seguidores comenzaron, el pasado mes de diciembre, una sentada en las afueras de las oficinas gubernamentales instaladas en Beirut en protesta por la dimisión de seis ministros pro sirios.
La oposición -formada principalmente por los chiíes Hizbulá y Amal y el grupo cristiano del militar Michel Aoun- pretende derribar al gobierno pro occidental de Siniora e instaurar un gabinete donde la población chií tenga más representatividad. Piden alcanzar los dos tercios en ese nuevo Ejecutivo de unidad nacional, lo que les permitiría vetar las decisiones fundamentales.
Tanto el presidente del país, Emil Lahud, contrario al Gobierno, como el primer ministro, Fuad Siniora, y los líderes de los principales grupos opositores llamaron en repertidas ocasiones a la población a que detenga los disturbios y respete las decisiones tomadas por el Ejército.
«Insto a todos los responsables a que retiren a sus partidarios de la calle y a las Fuerzas de Seguridad Interior a que hagan su trabajo», afirmó Lahud, que añadió que «sólo el diálogo puede resolver los problemas».