Si Blair hace caso a gran parte de su Ejecutivo, no permitirá que la norma exima a las agencias católicas de adopción de la obligación de atender las demandas de parejas de hombres, o de mujeres. Si sigue los pasos que marca su conciencia, se alineará con la Iglesia.

La Ley de Igualdad ha provocado la protesta de la Iglesia católica que, apoyada por la anglicana (mayoritaria en Reino Unido), advierte que sus oficinas de adopción cerrarán si no tienen más remedio que gestionar peticiones de gays.

El cardenal católico Murphy-O'Connor ha remitido una carta al primer ministro donde expone que semejante imposición supone un «acto contrario a los principios de la fe católica».

A Murphy-O'Connor lo han apoyado de inmediato los arzobispos anglicanos de Canterbury, Rowan Williams, y York, John Sentamu. «Los derechos de conciencia no pueden estar sujetos a legislación, aunque sea bien intencionada», ha dicho Williams.

Blair es partidario de buscar una fórmula que contente a los homosexuales y a la Iglesia. Difícil.

Ha pedido una semana para dar una solución. Después, la Ley debe pasar por las dos cámaras del Parlamento, tras lo que entraría en vigor el 6 de abril, Viernes Santo. Según se supo a última hora de ayer, no habrá libertad de voto para los diputados. Es una manera de sujetar a los sectores más revueltos del laborismo -profundamente dividido desde la invasión y posterior Guerra de Irak- para que acaten lo que les dicten sus jefes de filas.

Aunque Blair se tuvo que implicar ayer de forma directa en este conflicto con una declaración formal difundida por Downing Street, ha sido en realidad su ministra Ruth Kelly, responsable de Comunidades (minorías), católica y miembro del Opus Dei, quien ha abierto la posibilidad de librar a las agencias católicas del cumplimiento de la Ley, después de que la jerarquía eclesiástica protestara.

Encabezados por Alan Johnson, titular de Educación, varios ministros de Blair -Peter Hain (Irlanda del Norte), David Miliband (Medio Ambiente), Patricia Hewitt (Sanidad) y Tessa Howell (Cultura)- se han opuesto a la posibilidad de hacer excepciones en la Ley.

«No creo que haya caminos que permitan alguna excepción», ha dicho Johnson contundente. Blair se ha defendido: «Siempre he estado, personalmente, a favor del derecho de adopción para las parejas homosexuales. Nuestra prioridad siempre será el bienestar del niño».

El primer ministro, que dejará el cargo este mismo año, podría convertirse al catolicismo tras su abandono de la política. Su mujer, Cherie, es católica y algunos medios sugieren que ha ejercido una poderosa influencia sobre el primer ministro a la hora de plantear la posibilidad de buscar soluciones alternativas que salvaguarden los derechos de las agencias católicas.

«Tanto las parejas de gays como las agencias católicas han alcanzado muy buenos niveles de éxito en la adopción de niños difíciles de ubicar [en familias]», se lee en el comunicado oficial de Blair. «Ésta es la razón por la que debemos tener tiempo para asegurar que regulamos correctamente».

Se trata de una apreciación muy importante, por cuanto las agencias de adopción vinculadas a la Iglesia apenas si tramitan al año el 4% (unas 200) de las adopciones totales en Reino Unido, pero gestionan, sobre todo, las de niños de comportamiento agresivo.

Se resuelva como se resuelva, Blair ha visto cuán debilitado está y qué poco respeto tiene incluso entre los miembros de su Gabinete, a pocos meses de dejar el cargo.