El MI5, los servicios secretos británicos internos, han alertado a los laboratorios del país -ya sean farmacéuticos o estén ubicados en universidades o en hospitales- de la posibilidad de que miembros de grupos terroristas traten de robar agentes biológicos con los que luego lanzar un ataque.
Un informe interno de la Inteligencia británica, parte de cuyo contenido reveló ayer el diario The Times, recomienda que todos los laboratorios extremen sus medidas de seguridad para proteger las reservas de más de 100 virus y bacterias que tienen bajo custodia.
El MI5 ha detectado que terroristas islámicos se están entrenando para afrontar una posible guerra bacteriológica y que Al Qaeda está reclutando científicos.
Entre los agentes biológicos que deben ser controlados de una forma especial, los de la polio, la rabia, la tuberculosis y la gripe aviar, dice el periódico. Se incluye, explica literalmente, una advertencia específica para controlar la bacteria E.coli y otros elementos que provocan «extrañas» enfermedades tropicales.
«Sabemos que su pretensión está ahí, que los intentos por acumular material están ahí, que los intentos por reunir tecnología están ahí», dijo el pasado mes de noviembre en una conferencia la directora general del MI5, Eliza Maningham-Buller.
Tanto los científicos como los trabajadores de los laboratorios -sean cuales sean y estén ubicados donde estén ubicados- serán sometidos a una investigación policial, mientras que las instalaciones, siempre según la misma fuente, serán revisados por inspectores de seguridad del Gobierno.
Esta información surge al tiempo que el Reino Unido vive el juicio contra una célula terrorista que trató de atentar en el metro de Londres el 21 de julio de 2005, dos semanas después de que otro grupo de activistas islámicos hiciera estallar cuatro bombas en el centro de la capital y matara a 52 personas.
Los servicios secretos consideran que el reclutamiento de científicos es un signo evidente de las intenciones futuras de Al Qaeda. La protección de agentes biológicos se hizo mayor tras el 11-S.
Entonces se creó una lista de 43 elementos, que ayer mismo creció hasta 103. En ella se incluyen 45 tipos de virus, 21 de bacterias, dos de hongos, 13 toxinas y 18 patógenos de origen animal. Muchos de los nuevos ingredientes de esta lista de armas biológicas suelen atacar a los animales y podrían ser usados en un hipotético ataque terrorista contra los seres humanos.
«La amenaza terrorista siempre está cambiando y nosotros nos debemos adaptar para asegurarnos de que la podemos combatir de forma efectiva. Si ellos buscan nuevas vías para poner en peligro vidas, nosotros debemos tomar las medidas necesarias para ir un paso por delante», dijo Tony McNulty, secretario de Estado del Ministerio del Interior británico.
De esta manera justificó que la lista de sustancias susceptibles de ser utilizadas por los terroristas se haya ampliado de forma tan significativa. A mayor control, menos posibilidades de acceder a esos elementos y utilizarlos «como armas».
Mientras, los laboratorios explican que les es imprescindible trabajar con esos elementos susceptibles de ser empleados como armas y consideran que las medidas adoptadas son prudentes. John Wood, del Instituto Nacional para el Control Biológico, mantiene que los investigadores implicados en el uso de estos elementos, ahora bajo estricta protección, deben aportar una buena razón para justificar por qué están trabajando con esos virus, bacterias y demás agentes peligrosos.