Viernes, 26 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6249.
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Los socialistas franceses piden la cabeza de Sarkozy por un escándalo de espionaje
Interior investigó a un líder ecologista nada más incorporarse al equipo de Ségolène Royal
RUBÉN AMON. Corresponsal

PARIS.- La precampaña electoral francesa se ha envenenado a cuenta de un escándalo que involucra a Nicolas Sarkozy por haber urdido presuntamente una maniobra de espionaje en el acuartelamiento de Ségolène Royal.

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Y es que el ministro del Interior, amén de aspirante al Elíseo, parece haber empleado a seis de sus funcionarios para investigar la biografía oscura de Bruno Rebelle, referencia del ecologismo francés y consejero de la candidata socialista desde hace apenas un par de semanas.

Sarko niega cualquier implicación en la trama, pero el Partido Socialista le exigió ayer su dimisión por haberse valido de su cargo a beneficio electoral y por haber vulnerado las reglas elementales de la ética política.

No es todo. Ségolène Royal también ha pedido amparo al presidente de la República para evitar que la carrera al Elíseo degenere en una especie de anarquía. «Estamos viendo cómo se han generalizado los ataques y las intromisiones en la vida privada. No vale todo en una campaña electoral. El jefe del Estado tiene que velar por su buen funcionamiento. Se han traspasado límites inaceptables», señalaba ayer la Zapatera.

Los Servicios de Información (RG) del Ministerio del Interior niegan haber abierto una investigación en regla a Bruno Rebelle, pero sí admiten haber actualizado su ficha en el mes de enero.

Curiosamente lo hicieron cuando el líder ecologista decidió incorporarse al equipo de Ségolène Royal, aunque atribuyen la casualidad a una especie de contingencia «automática».

Argumento de vodevil

No han tenido forma de pillarle en un renuncio. De hecho, los episodios más oscuros de la ejecutoria de Bruno Rebelle conciernen a la compra-venta de un Renault 5 (1990), un caso de divorcio personal y su ruptura más o menos vehemente con el colectivo Veterinarios sin fronteras.

Parece el argumento de un vodevil, aunque la comicidad de la situación no le hace ninguna gracia al interesado. «Resulta sospechoso que el Ministerio del Interior se interese por mi vida privada justo cuando decido tomar partido por la candidatura de Ségolène Royal en la campaña. Es un abuso y una agresión a mis derechos fundamentales. No tengo otra alternativa que llevar el caso a los tribunales», señalaba ayer Rebelle.

El caso no le resultaría tan embarazoso a Sarkozy si no fuera porque el líder del UMP (Unión para un Movimiento Popular) compagina el cargo ministerial con la plaza de aspirante a la jefatura del Estado.

Dice que las acusaciones socialistas son grotescas y reitera haber permanecido ajeno a cualquier maniobra de espionaje, aunque las excusas oficiales no han aplacado la iracundia de François Hollande, compañero sentimental de Ségolène y primer secretario del Partido Socialista.

«Estamos delante de un affaire de Estado. Es necesario abrir una investigación y llegar al fondo de la verdad. Un ministro del Interior no puede valerse de su despacho para ventajas personales. Nos encontramos en una situación grave y preocupante», señalaba el propio Hollande.

El origen del escándalo se remonta a las noticias qua aparecieron anteayer en Le Canard Echâiné. Se trata de un semanario satírico, pero no es la primera vez -ni probablemente será la última- que sus paginas alojan informaciones incendiarias y bien cotejadas sobre la trastienda de la vida política francesa.

La última le ha resultado bastante providencial a la familia socialista. Ségolène Royal había perdido pegada y credibilidad en la opinión pública.

Incluso las encuestas, tan favorables a ella hace un mes, la colocaban ahora cuatro puntos por debajo de Nicolas Sarkozy en la carrera presidencial de cara a la primavera próxima. Precisamente a esa caída en los sondeos se refería ayer el superministro para calificar el escándalo tras las revelaciones de ayer de «ridículo»: «Entiendo bien que el señor Hollande quiere asumir el control de la campaña en lugar de la señora Royal, dada la actual situación de la candidata».

No está claro cuánto puede costarle a Sarko esta presunta maniobra de espionaje en las filas enemigas ni qué grado de versosimilitud merecen sus evasivas. Los servicios de información niegan haber recibido ninguna órden superior, reconocen haber empleado seis funcionarios durante tres días en relación al señor Bruno Rebelle y consideran «natural» interesarse por las actividades de un líder ecologista aunque se atengan a la ley.

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