Así pues, ¿corre Estados Unidos el riesgo de tener un presidente fundamentalista islámico? La verdad es que no. Ayer, Obama calificó de «calumnias» las acusaciones de que había asistido a una madrasa cuando, de niño, vivió con su familia en Indonesia. El senador demócrata, en declaraciones a la cadena de televisión local de Chicago WLS-TV, declaró que «la idea de que a la edad de seis y siete años fui adiestrado en algo que no fueran las matemáticas, la ciencia y la lectura es indignante».

La supuesta asistencia de Obama a una madrasa fue inventada hace algunas semanas por varios medios de comunicación conservadores. Sin embargo, esta semana, un reportaje de la CNN mostraba que la escuela coránica tiene muy poco que ver con las que pueblan Pakistán y otros países islámicos. Para empezar, es mixta, y la educación en ella no sólo se basa en la repetición del Corán hasta que los alumnos se lo saben de memoria. De hecho, las imágenes, con niños jugando al fútbol, parecían más bien propias de una escuela occidental.

«Esto no tenía nada que ver con las madrasas que he visto en Pakistán», ha declarado Anderson Cooper, la estrella de la CNN que realizó el reportaje. «Para ser honesto, he de decir que me dio un poco de vergüenza preguntar a la escuela acerca de la controversia en Estados Unidos», ha añadido. La presunta madrasa de Obama se encuentra, además, en uno de los barrios más ricos de la capital indonesia, Yakarta, y justo al lado de la Embajada de Estados Unidos, lo que insinúa que se trata de un lugar poco propicio para enseñar a los pupilos el arte de la fabricación de coches bomba.

Normalmente, las madrasas suelen estar en áreas rurales o en suburbios abandonados de las grandes ciudades, donde son las únicas instalaciones educativas existentes. Estas escuelas islámicas radicales suelen producir numerosos talibán, pero no terroristas. De hecho, ninguno de los líderes o incluso de los cargos medios de Al Qaeda ha acudido a ninguna madrasa, aunque sí a Universidades occidentales, como han puesto de manifiesto los estudios de los analistas estadounidenses Peter Bergen y Marc Sageman.

Pero, pese a los desmentidos, la polémica sigue ahí, animada en buena medida por la proliferación de blogs ideologizados para los que la realidad es un elemento secundario a la hora de informar. Ahora, la nueva teoría conspirativa es que fue el equipo de Hillary Clinton, que ya ha anunciado su candidatura, quien ha creado el infundio de la madrasa de Obama. Y, entretanto, otros recuerdan maliciosamente que el nombre completo del senador por Illinois es Barack Husein Obama. De ahí al ahorcamiento- al menos, simbólico- sólo hay un paso.

Hillary Clinton aventaja en casi 30 puntos de intención de voto a Barack Obama, que ha anunciado que el 10 de febrero hará pública su decisión acerca de si entra o no en la carrera electoral en 2008. Por el momento, todo hace pensar que va a hacerlo. Obama está de hecho llevando a cabo una precampaña clásica, con una constante presencia en los medios de comunicación. Y, lo que es más importante, está siendo cortejado por Hollywood. El 20 de febrero, el director de cine Steven Spielberg, el productor Jeffrey Katzenberg y el empresario discográfico David Geffen organizan un acto de colecta de fondos para la campaña electoral de Obama.

Por otra parte el republicano Duncan Hunter anunció ayer que se presentará a las elecciones presidenciales de 2008 en EEUU. Hunter, un conservador que ha cumplido 26 años en la Cámara de Representantes -en la que ha ocupado la presidencia del Comité de las Fuerzas Armadas- también ha asegurado que su campaña se centrará en la lucha contra la inmigración ilegal.

Este legislador es uno de los patrocinadores de la construcción de un muro a lo largo de la frontera con México.