MERCEDES IBAIBARRIAGA. Especial para EL MUNDO
LA PAZ.-
El tercer hombre más importante de Bolivia es senador de un minoritario partido centrista, se llama José Villavicencio y ayer asumió, gracias a un inesperado pacto con la derecha, la Presidencia del Senado. Jaque a la revolución de Evo Morales. Le será muy difícil promulgar sus leyes reformistas y nacionalizaciones, con la Cámara Alta dominada por la oposición. Lo primero que la alianza derechista hizo fue anunciar que impugnarán la sesión donde se aprobaron los nuevos contratos con las petroleras (entre ellas la española Repsol), además de la nueva ley de reforma agraria y varios convenios militares con Venezuela, porque se celebró con dos senadores suplentes opositores que decidieron apoyar al MAS de Morales, mientras los titulares estaban en el Congreso.
Muy preocupado, Morales declaró ayer que el revés «es democrático» y que él «respeta a la derecha». Pero acto seguido advirtió: «Los neoliberales y quienes vendieron este país se han unido. El pueblo verá si aportan o no al cambio y, si no lo hacen, las fuerzas sociales reclamarán sus derechos». Un claro llamamiento a la movilización de sus bases, que confirmó su ministro de Exteriores, David Choquehuanca. «La soberbia no es buen consejero», respondió Villavicencio.
Lo irónico es que, horas después, Evo Morales anunció que está dispuesto a transigir en el sistema de votación de la nueva Constitución. Propuso votar por dos tercios de los miembros de la Asamblea Constituyente cada artículo, hasta el 2 de julio, y que pasen a referéndum popular aquellos en los que no haya acuerdo. Pero la oposición tampoco está contenta. Exigen que la votación sea hasta el 6 de agosto, fecha en que se fijó por ley que la Constitución estaría terminada. «Da igual lo que les digamos -protestó ayer un ministro- su objetivo es impedirnos gobernar».
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