MIKEL ARTETA
Ahora, tengo un preferido. Sí, Cristiano Ronaldo, el chico que pretende el Real Madrid, según dicen. Yo lo veo complicado, la verdad. Otras veces hemos comprobado cómo actúa el Manchester United en estos casos, y si el problema es exclusivamente económico, su club encontrará solución por la vía rápida. Merece mucho. No sólo por su condición mediática, una carga que soporta desde la juventud, una condición que quizá ha dificultado ver su tremenda estatura profesional.
Tres meses consecutivos lleva siendo elegido mejor jugador de la Liga. Está uno o dos escalones por encima de todos. Ocupa el carril derecho, pero desde ahí crece extraordinariamente. No responde al patrón clásico de extremo minúsculo, con un apreciable cambio de ritmo y cierto gusto para el regate. También él posee la capacidad de desbordar con habilidad, pero tiene más: físico, potencia, llegada, remate, precisión en los centros...
Y, sobre todo, una personalidad que le permite gestionar con soltura la enorme presión a la que se ve sometido, por los continuos rumores, por todo el entramado promocional que le acompaña y que parece gestionar con una absoluta madurez, pese a que aún no llegó a los 22 años. Gracias a ese carácter, ha logrado superar un arranque de Liga indeseable. Por el rifirrafe con Rooney durante el Mundial, le cayó encima la crítica de todo un país. Se decía que no volvería a jugar. Y vaya si lo ha hecho.
Le pitaban desde la grada, y él, inmutable. Paraba la pelota, bajo los abucheos, se revolvía, hacía tres bicicletas y se dirigía a la portería decidido, ajeno a un envoltorio difícil de gestionar. Tremenda movilidad, enorme físico y un buen cerebro. Aquí, eso se valora mucho. Antes de cualquier fichaje, el club espía el pasado de los jugadores, todo lo relativo a su entorno para prever la facilidad para adaptarse. Es un tipo normal, graciosillo, un crack por dentro y por fuera.
Mikel Arteta es jugador del Everton.
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