El Ayuntamiento madrileño de Ciempozuelos, del PSOE, convirtió ayer el Día de la Memoria del Holocausto -instituido para recordar el exterminio de seis millones de judíos por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial- en una jornada polémica. Esa corporación acordó dedicar esa fecha al «genocidio palestino» y, como era de esperar, saltó la polémica.
El ayuntamiento consideró que, tras dos años dedicados a conmemorar el exterminio de millones de judíos, ha llegado la hora de acordarse de la eliminación de los palestinos por parte del Estado de Israel.
Los judíos españoles no lo entendieron así ayer. Por eso, en un acto oficial celebrado por tercer año consecutivo en el Congreso de los Diputados -con motivo del Día Oficial de la Memoria del Holocausto y la Prevención de los Crímenes contra la Humanidad-, el presidente de la Federación de Comunidades Judías de España, Jacobo Israel Garzón, aprovechó su breve intervención para denunciar el acuerdo de ese ayuntamiento.
«Lo de Palestina no tiene nada que ver con un genocidio. Es una guerra, que puede ser cruel y larga, pero nadie intenta eliminar al pueblo palestino, que ha pasado de un millón y medio de personas en 1948 a cuatro millones ahora», afirmó.
El embajador de Israel en España, Víctor Harel, envió una carta a la alcaldesa, Susana León, en la que indica que ese acuerdo es una «afrenta» que tal vez se debe a la «completa ignorancia o indiferencia de lo acaecido al pueblo judío».
Según el embajador, con esa decisión no sólo se ofende a seis millones de víctimas, a los supervivientes «del infierno nazi y de los campos de la muerte», a cientos de personas que arriesgaron su vida para salvar a judíos y al «país amigo» Israel, sino «a una inmensa mayoría de españoles».
«Al inventar el genocidio palestino, ustedes sencillamente están ignorando, y tal vez hasta premiando, a organizaciones terroristas palestinas como Hamas, consideradas como tal por su propio Gobierno», añade, en referencia al Ejecutivo socialista.
La alcaldesa remitió después una carta al embajador, en la que indica que su reacción ante los actos programados en una semana cultural ha sido «desmedida», lamenta que se hayan interpretado como «una ofensa» a los judíos y recuerda que hoy tienen previstos actos en memoria del Holocausto.
Pero también indica la alcaldesa que el pueblo palestino ha sido objeto de agresiones rechazables, por lo que considera que la carta del embajador es «absolutamente inaceptable» y le expresa su malestar.
No obstante, el ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Angel Moratinos, afirmó ayer que Harel había quedado «satisfecho» con las explicaciones de la alcaldesa.
El Partido Popular también expresó su «enérgica repulsa» por el acuerdo municipal a través del diputado Gustavo de Arístegui. Se trata, dijo éste, de una decisión «inoportuna» y fundamentada «en la ignorancia y en la mala fe».
De Arístegui indicó que el Ayuntamiento de Ciempozuelos debe «rectificar y retirar de manera inmediata» ese acuerdo, porque supone «un insulto» a los millones de personas que fueron asesinadas por los nazis.
Por su parte, el coordinador general de Izquierda Unida (IU), Gaspar Llamazares, opinó que «es compatible recordar el Holocausto y, al mismo tiempo, recordarle al pueblo que más sufre el Holocausto [el judío] que no puede tratar a un pueblo como el palestino como le está tratando».
Con esa polémica como fondo, en el Congreso se celebró un acto en conmemoración del Día de la Memoria del Holocausto. Allí, Shlomo ben Ami, ex ministro de Asuntos Exteriores de Israel y ex embajador en España, lamentó que «la moda» sea ahora decir que no existió el Holocausto judío, con seis millones de víctimas.
Ben Ami hizo un llamamiento a la reconciliación, cuando pidió a los israelíes que sean «cautos con los mensajes» que manejan y les emplazó a que dejen de comportarse como víctimas. «La memoria del Holocausto sí, pero para abrir caminos al futuro y no sólo para quedarnos anclados en el pasado», afirmó.
El ex embajador añadió que la única salida que existe es «la del reconocimiento mutuo y la salvaguarda de la dignidad de todos».
Su intervención no gustó a todos los asistentes -más de 150 personas, en su mayoría de la comunidad judía-. Algunas dijeron a este periódico que el discurso de Ben Ami les había molestado, porque hizo sus llamadas a la «reconciliación» sin consultar.