El Cóndor, como llaman al helicóptero de la Policía, no paró ayer de sobrevolar Alcorcón. Como si de un mosquito se tratara, su zumbido se escuchaba cada dos por tres sobre la ciudad. De tanto en tanto se lo veía desde las canchas de Maestro Victoria, donde el fin de semana pasado se produjeron graves disturbios.
Abajo, en la calle, las furgonetas de los antidisturbios, los coloridos coches de las Bescam y apenas una veintena de chavales. Estos últimos, por cierto, los habituales del barrio, los que llevan toda la semana, y mucho más, echando las tardes muertas en esas canchas que por unos días han sido campo de batalla entre jóvenes españoles y latinos.
Por la mañana estaba preparada una concentración del Sindicato de Estudiantes, pero la Delegación del Gobierno y, finalmente, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid decidieron desautorizarla. ¿El resultado? Cacheos a los que intentaron hacer algo parecido a manifestarse. Y poco más.
Por la tarde, un viento endemoniado había dejado vacías las calles de Alcorcón, incluyendo las canchas, a excepción, claro, de los habituales. Alguien, no se sabe quién, tuvo la idea de prender fuego a un tobogán que hay en el parque de enfrente.
Corriendo
Como uno solo, policías y periodistas corrieron hacia allí. Las llamas apenas debían de superar el metro de altura. Sólo estar en las escaleras del tobogán hacía que aquello pareciera algo más serio. A la espalda, las risotadas de los chavales, entre calada y calada.
Un policía local cogió un extintor y acabó con el fuego en menos que canta un gallo. Para cuando aparecieron los bomberos ya sólo había un humo blanco y cierto olor a chamusquina.
Poco después, no se sabe si relacionado con este incendio pobretón o con el tedio de no hacer nada, los habituales se metieron detrás del edificio que preside la plaza de las canchas. Minutos más tarde, los agentes de la UIP (antidisturbios) se acercaban también al callejón lleno de graffitis.
Todos contra la pared, fuera los DNI y a vaciarse los bolsillos. Es parte del plan de incautación de armas blancas que puso en marcha la Delegación del Gobierno tras los recientes sucesos. Al cabo de media hora se acaba el registro y los chavales cambian de plaza, pero sólo cruzando la calle, donde un rato antes ardía el tobogán.
A Costa Polvoranca
Y, dentro de la aparente tranquilidad o calma tensa que se vivía en Alcorcón, la manifestación de hoy también estaba muy presente. A las 19.00 horas se supone que es la reunión. Durante toda la semana se ha hablado de una revancha, una cacerolada, una manifa, en fin... No se sabe ni lo que puede ser, pero el despliegue policial previsto es histórico para un lugar sereno como Alcorcón.
«Si vas a Navacerrada, lleva cadenas; si vienes a Alcorcón, cadenas, bates y katanas», dice uno de los SMS que se han enviado para la convocatoria. En el bar, dos jóvenes lo enseñan orgullosos, preparándose para la presunta gran batalla.
«Si vemos a algún latino iremos a por él, y si alguno sale a la calle estará siendo un provocador», explican. Por si fuera poco, añaden que en el caso de que por la calle no haya latinos provocadores se irán a buscarlos a los garitos de Costa Polvoranca. Y para la hazaña, a uno se le ha ocurrido arrancar adoquines, que son armas contundentes y baratas.
Los bares latinos de esa zona, por cierto, anoche estaban cerrados a cal y canto: El Rincón Latino, La Cantina Latina, Ritmo y Sabor, El Jardín de la Salsa... Todos ellos cerrados cuando deberían estar abiertos, y con pinta de no querer abrir en toda la noche.
Varias asociaciones ciudadanas alertaron de que hoy pueden ir grupos neonazis venidos de toda España para armar jaleo en Alcorcón, aunque la delegada del Gobierno en Madrid, Soledad Mestre, dijo que no sería así.