na ya había oído hablar del Pájaro a sus amigos, pero no pensó que fuese para tanto. Cuando, al fin, hoy lo contempla desde el canto del Tolmo, intuye que ha puesto los pies en un universo fantástico.
Altivo e inconfundible, el pinganillo más característico de la Pedriza, compite con ventaja con las docenas de buitres que planean en torno suyo. A pesar de que nunca levantó el vuelo. A pesar de que sus plumas de roca jamás surcarán los vientos.
El Pájaro es una cima mítica, tanto por su forma, como por las historias que han encadenado los hombres a sus llambrías y grietas. Aunque una forma más de roca, si así se quiere. Junto a él y alrededor de este enorme bolo desprendido en quién sabe qué telúrico cataclismo que es el Tolmo, se despliega un ejército de figuras. Pero vayamos por partes.
Desde Canto Cochino, donde se inicia este paseo, es posible vislumbrar este universo mineral donde los protagonistas son tortugas, caracoles, focas, un Pan de Kilo, un Cocodrilo, la Esfinge y un Yelmo.
Tras cruzar el puente situado al final del aparcamiento, el camino gira a la izquierda, ante la Casa de los Forestales, y remonta el valle de la Dehesilla. Peña Sirio, la Cueva de la Mora y El Tranvía, entretienen el tránsito por la Autopista de la Pedriza. Otro puentecillo y la pradera de Prado Peluca llevan hasta el Tolmo.
Desde aquí se descubre que, además de Pájaro, La Pedriza tiene un Pajarito. Más pequeño pero en compañía de una Vela, una Campana y un Elefante. ¡Jamás pudo imaginarse una compañía tan disparatada!
No menos increíble que la del Pájaro: Guerreros, una Muela descarnada, un Normando y, por si fuera poco, un Platillo Volante a sus pies. «Con tener un poco de imaginación es suficiente para verlo, Nacho» dice un hombre en los pies del Tolmo a su imberbe compañero, incapaz de distinguir las formas de la evidente nave espacial.
Así es la Pedriza. Se vaya por donde se vaya, criaturas fantásticas asaltan al caminante con sus formas inquietantes. Para comprobarlo, esta ruta va a seguir los pasos de Ana y sus amigos, rumbo al collado de la Vistilla, donde reside un montón de estos seres silíceos.
Antes hay que alcanzar el collado, por el camino que sube desde el Tolmo hacia el este, con el arroyo de la Dehesilla a su izquierda, Ana entretiene el cansancio con la vista del desmesurado Hueso de Peñalarco, lleno de escaladores, a la izquierda y El Vigilante y los Fantasmas a su derecha.
La siguiente tirada también tiene su aquel. Consiste en seguir, desde el collado de la Dehesilla, la trocha que asciende rumbo sur. Tras varios flanqueos llega a un pequeño collado por el que se cambia de vertiente muy cerca de los 1.600 metros de altura.
El panorama aquí es impagable: de frente, las Cuatro Damas y la hierática Cara; detrás la pandilla de los Fantasmas.
Sigue un tramo de frente, hasta que el camino empieza a descender. En este punto hay que dejarlo para tomar otro que, a la derecha, sube ligeramente, al tiempo que se dirige hacia el oeste. La silueta del Yelmo, que asoma en el horizonte, es buena referencia.
Antes de alcanzar su base, habrá de pasar por La Caperucita y un colosal arco de piedra. Luego, ya en la base del Rompeolas, estribación oriental del Yelmo, se sube rumbo norte por un camino, hasta alcanzar el estrecho collado de la Vistilla, punto más elevado de esta ruta, con 1.652 metros.
Tras recrearse con la vista, que por algo así se llama el portacho, caben dos posibilidades: regresar por el camino que hemos seguido o lanzarse por el abrupto descenso a la derecha de La Maza.
Aunque algo cansada, Ana tarda menos de lo que creía en alcanza la remansada pradera del Tolmo. Desde aquí, el regreso hasta Canto Cochino es pan comido.
UNA RUTA EXIGENTE
Para andarines. Aunque la ruta discurre en todo momento por caminos señalizados, es bastante exigente. Salva un desnivel de más de 600 metros de desnivel entre su salida, en Canto Cochino, y el punto más elevado, el collado de la Vistilla, en el espaldar del Yelmo. (Tel: 918 560 308). Calcular para el recorrido entre tres horas y media y cuatro horas.
REGRESO AL CANTO DEL TOLMO
Hielo. Desde el collado de la Vistilla se puede volver por el camino de ida o, bien, bajar directamente hasta el Tolmo por la Umbría Calderón, a través de un camino señalizado con pintura azul. Aunque esta segunda opción sólo es recomendable para andarines expertos y, en esta época del año, puede tener hielo, nieve o las piedras mojadas.
MANZANARES EL REAL
Pistas. La entrada al Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares está a 500 metros de la salida de Manzanares. Información: Centro de Educación Ambiental, junto al control de acceso. (Tel: 918 539 978).
Comer: La Fundición. (Tel: 918 527 079). Manzanares el Real.
Dormir: Casa rural La Escala. (Tel.: 600 450 741). Manzanares.
