Las elecciones presidenciales francesas han adquirido el aspecto de un vodevil. Mérito indiscutible de Ségolène Royal, cuya inocencia le ha convertido en víctima de un imitador y le ha llevado al extremo de proclamar una cierta predisposición a la independencia de Córcega.
La clave de este folletón la tiene Gerald Dahan, un humorista de culto y de talento mimético que suplantó durante 11 minutos al primer ministro de Quebec. Madame Royal lo escuchaba al otro lado del teléfono con paciencia e interés, aunque de vez en cuando mediaba amistosamente para deslizar ciertas imprudencias verbales y constitucionales.
«Los franceses no serían contrarios a la independencia de Córcega. Pero no repita usted esta frase. Porque va a organizarse un nuevo accidente. Que quede como un secreto entre nosotros», ironizaba la candidata socialista.
Habría sido un secreto diplomático en caso de tratarse de Jean Charest, verdadero primer ministro de Quebec. El problema es que Gerald Dahan no ha podido contenerse ni ha eludido la tentación de confiarse a la prensa. Diferentes medios radiofónicos reproducían ayer los aspectos más llamativos de la conversación, incluidos los alborozos del trance secesionista, aunque la grabación original íntegra forma parte de un espectáculo que Dahan tiene previsto estrenar en París el 8 de marzo.
La idea de suplantar a Charest responde a un contexto específico, puesto que Royal había declarado hace unos días que los ciudadanos de Quebec tenían derecho a la soberanía y a la independencia.
La sentencia dio lugar a una crisis diplomática con Canadá, pero también agudizó el ingenio de Dahan. ¿Acaso no había ya imitado eficazmente a Jacques Chirac? La trampa requería mejorar el acento quebequés y aprenderse un discurso coherente. De otro modo no habría podido haberle recordado a Ségolène Royal la imprudencia de su desliz independentista.
«Hablar de la soberanía de Quebec en Canadá es como reivindicar en Francia la independencia de Córcega, ¿no le parece?», dijo el falso primer ministro a su verdadera interlocutora francesa.
La entrevista telefónica se produjo el pasado miércoles. No pueden olvidarlo los militantes socialistas que esperaban impacientes a la candidata en un mitin organizado en Allier. La propia Ségolène justificó el retraso públicamente porque había estado hablando con ¡Jean Charest! «El primer ministro de Quebec os desea buenos días», jaleó Royal desde la tribuna de oradores para incitar el aplauso del gentío.
La trampa requirió mucha paciencia y habilidad. De hecho, el humorista tuvo que sobreponerse al filtro de 10 personas antes de escuchar la voz de la Zapatera y de proponerle una pequeña conversación bilateral.
No es la primera vez que Dahan se anota un tanto de semejante repercusión. En 2005 simuló la voz de Chirac delante de Zidane y del seleccionador francés, Raymond Domenech, para rogarles que los bleus interpretaran la Marsellesa con la mano en el corazón.
Dicho y hecho. Las cámaras de televisión y los espectadores pudieron recrearse con el solemne gesto colectivo de los futbolistas. Nadie imaginaba entonces que Dahan era el inductor supremo de la broma. Dos años después, el golpe de escena del humorista deteriora voluntaria o involuntariamente la reputación de Ségolène. No tanto por haberle tendido una trampa, sino por haberle arrancado una insólita declaración secesionista en nombre de Córcega.
El eco de la polémica le sorprendió a Ségo ayer en La Martinica. Allí se encuentra para unir lazos con los territorios de ultramar franceses y para recordar su propia infancia.