El 28 de abril de 2003, unos 200 habitantes de la ciudad iraquí de Faluya se manifestaron alrededor de una escuela secundaria que había sido convertida por el Ejército estadounidense en uno de sus cuarteles. Lo que sucedió a continuación es todavía motivo de controversia. Los soldados dicen que varios manifestantes les dispararon. Los iraquíes afirman que fueron los norteamericanos quienes abrieron fuego sin previo aviso. El resultado fue una refriega en la que murieron 15 civiles, y que se considera el primer episodio de una feroz batalla que todavía continúa hoy, y que ha causado la muerte a más de 200 estadounidenses y ha destruido el 72% de la ciudad, según datos oficiales del Gobierno iraquí.
Ese incidente tal vez podría haberse evitado con una nueva arma que Estados Unidos está probando, y que presentó a los medios de comunicación el miércoles en la base aérea de Moody, en Georgia. Es una antena montada sobre Humvee -los gigantescos jeeps del Ejército de EEUU-, que lanza a una distancia de 500 metros un rayo de calor sobre su objetivo. Quienes reciben la descarga notan una súbita oleada de calor de unos 55 grados centígrados que, además, penetra en su piel unos 0,4 milímetros. El efecto combinado del calor y su entrada en la piel no causa ningún daño físico pero es suficiente para crear en la víctima la impresión de que uno va a empezar a arder en cualquier momento. En otras palabras: se trata de asustar, pero no matar, al enemigo.
Protección de las bases
El sistema llamado ADS usa ondas electromagnéticas, similares a las de un microondas, pero más débiles, capaces de traspasar los tejidos de la ropa, incluyendo anoraks. El rayo térmico no atraviesa paredes.
EEUU ha depositado unas enormes esperanzas en este tipo de armas, porque pueden limitar al máximo las bajas civiles, que suelen convertirse en un serio problema de relaciones públicas. También pueden ser útiles para asegurar los perímetros de las bases militares estadounidenses en zonas de guerra como Irak o Afganistán y mantener alejados de ellas a francotiradores, terroristas con coches-bomba y espías.
Sin embargo, el ADS no será operativo, como muy pronto, hasta 2010. Entretanto, los estadounidenses deberán seguir defendiéndose a tiro limpio de las amenazas reales o imaginarias. Otra opción, tal vez más barata, sería adiestrar a los soldados en técnicas antidisturbios y darles ciertos conocimientos de la cultura local. No en balde, el incidente de Faluya estuvo protagonizado por militares de la 82ª División Aerotransportada, una unidad de élite diseñada para llevar a ataques rápidos y devastadores, no para lidiar con manifestantes.
El ADS forma parte de un proyecto de desarrollo de armas no letales en el que Washington trabaja desde hace una década. De hecho, la Infantería de Marina de EEUU ya usó entre enero y marzo de 1995 algo similar en Somalia. En aquella ocasión se trató de pistolas especiales que disparan una espuma pegajosa que inmoviliza a las personas. Otras armas, como rayos láser que ciegan temporalmente al enemigo, formarían parte del arsenal estadounidense desde hace años, aunque oficialmente nunca han sido usadas en combate.
Un arma no letal que ya está instalada en la mayor parte de los barcos de la Marina de EEUU es el LRAD (siglas que corresponden a Sistema Acústico de Largo Alcance), un aparato que emite sonidos atronadores capaces de provocar sordera en las personas que se encuentran en un radio inferior a 100 metros. El crucero alemán de lujo Seabourn Spirit logró ahuyentar gracias a su LRAD a un grupo de piratas somalíes que lo atacaron con lanzagranadas el 5 de noviembre pasado. Y el Ejército estadounidense ha empleado en los últimos años esa misma arma en Faluya, para evitar más incidentes como el de 2003.
Dudas sobre su pretendida 'inocuidad'
WASHINGTON.- Aunque la idea de lanzar rayos de calor que provoquen en el enemigo la reacción refleja de retirarse por temor a ser abrasado suene un poco a ciencia ficción, la idea que subyace a las armas no letales es cualquier cosa menos nueva, al igual que las muertes accidentales ocasionadas por estos sistemas.
De hecho, las balas de goma, los 'spray' y los gases lacrimógenos son armas no letales más tradicionales, cuya eficacia para asustar -o herir- sin matar ni dejar lesiones permanentes ha sido puesta en duda en Irlanda del Norte, Gaza y Cisjordania.
El ADT es tan sólo una versión sofisticada de esos sistemas, cuya eficacia en combate todavía está por ver. Porque, pese a los casi 31 millones de euros que EEUU ha invertido en esta arma -que fabrica Raytheon, habitual contratista del Departamento de Defensa y la misma empresa que hace los misiles Tomahawk y Patriot-, el programa lleva cuatro años de retraso, en parte porque las primeras versiones de este rayo no eran verdaderamente inocuas y podían causar daños irreparables en los ojos de sus blancos.
