La intención última de la Administración Bush es contrarrestar la creciente influencia de Teherán en el país vecino y aumentar la presión para que Irán abandone sus ambiciones nucleares.

Hasta la fecha, los iraníes capturados en suelo iraquí eran detenidos, fichados y puestos en libertad a los pocos días. La nueva política, puesta en marcha desde el pasado otoño, ha provocado críticas internas por el temor a una posible escalada de las tensiones con Teherán, según admitieron fuentes de la Administración Bush al Washington Post. Pese a su presencia en suelo iraquí, los Servicios de Inteligencia norteamericanos admiten que no hay pruebas de que los iraníes hayan participado en ataques directos contra las tropas estadounidenses.

Bush justificó, sin embargo, el programa de «muerte y captura» -como se conoce en la jerga militar- por considerar que es del todo consecuente con su «obligación de proteger a nuestra gente y conseguir nuestros objetivos».

«Tiene sentido que intentemos parar a todo aquél que intente hacer daño a nuestras tropas o matar a iraquíes inocentes», dijo Bush, que especificó que la orden afecta únicamente a las operaciones de Irán en suelo iraquí, y no más allá de sus fronteras. «Pensamos que podemos resolver nuestros problemas con Irán diplomáticamente, y vamos a trabajar por conseguirlo», agregó.

A la escalada dialéctica se une la ofensiva lanzada por el general Michael Hyden, director de la CIA, que ha denunciado como «alarmantes» los suministros de armas y explosivos propiciados por Irán y usados contra las tropas norteamericanas. «Irán está llevando una política exterior con un sentido de peligroso triunfalismo», advirtió recientemente Hyden en una comparecencia ante el Senado.

De acuerdo con las fuentes consultadas por el Washington Post, la estrategia tiene poco que ver con la situación en Irak y se trata más bien de una manera de aumentar la presión sobre Irán. Las mismas fuentes aseguran que la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, ha dado su visto bueno, pero ha expresado, al mismo tiempo, su preocupacion, porque «un error potencial» podría llevar al escenario indeseable de un enfrentamiento entre tropas norteamericanas e iraníes en suelo iraquí.

La orden de «matar o capturar» va especialmente dirigida contra los miembros de la Quds Force, una unidad de élite de la Guardia Nacional de Irán que está infiltrada en Irak y que ha sido comparada por algunos miembros de la Administración Bush con las SS de la Alemania nazi. El siguiente paso en esta escalada sería incluir la Quds Force dentro de la lista de grupos terroristas y considerar la lucha contra sus miembros presentes en Irak como una prioridad equiparable a la de los efectivos de Al Qaeda.

La licencia para matar otorgada a los soldados norteamericanos afecta también a los miembros de los Servicios de Inteligencia iraní, aunque deja fuera a los diplomáticos y a los civiles. En las operaciones de caza y liberación que funcionaron hasta la entrada en vigor del nuevo programa, decenas de iraníes en Irak fueron detenidos, fotografiados y sometidos a escáner de retina y a las impresión de sus huellas digitales antes de ser puestos en libertad.