IRENE HDEZ. VELASCO. Corresponsal
ROMA.-
Y el elegido es... Gianfranco Fini, el hábil líder de Alianza Nacional, el político de turbio pasado neofascista reconvertido en los últimos años a la causa del centrismo. Silvio Berlusconi por fin ha designado a su sucesor, a la persona a la que pasará las riendas de la coalición de centro derecha italiana que hasta ahora llevaba él. «Si hacemos el Partido de la Libertad (formación que aglutinaría a los cuatro principales partidos de centro-derecha, integrados ahora mismo en la coalición La Casa de las Libertades), Fini sería el más prestigioso y capacitado para guiarlo», aseguraba Il Cavaliere el jueves por la noche durante la cena de una gala televisiva.
Hasta ahora Berlusconi siempre se había cuidado de nombrar un heredero, negándose obstinadamente a pasar el testigo del poder a un delfín. Pero a sus 70 años, y después de haber sido sometido en diciembre pasado a una intervención cardiaca en el curso de la cual le fue implantado un marcapasos, parece que el líder de Forza Italia finalmente ha aceptado que no es inmortal, al menos políticamente, rechazando la posibilidad de volver al Gobierno.
Gianfranco Fini, muy en su estilo, reaccionaba con un silencio gélido a su proclamación oficiosa como heredero de Il Cavaliere. «¿Más preguntas?», se limitaba a responder lacónico, subrayando que el del partido único «es un camino que se ha puesto en marcha, que Berlusconi respalda y que cuenta con el consenso de Alianza Nacional. Debemos recorrerlo y yo soy optimista».
Sin embargo, la idea no ha entusiasmado en Forza Italia, el partido liderado por Berlusconi. Más de uno se pregunta por qué diablos tiene que ser un intruso de una formación exterior y mucho menos importante la suya (que, con 10 millones de votos, es la más importante del país) quien capitanee el hipotético Partido de la Libertad, y no uno de casa. Y la designación de Fini tampoco ha gustado a la Liga del Norte (el partido nacionalista del norte de Italia liderado por Umberto Bossi) ni a los democristianos.
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