Sábado, 27 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6250.
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 OPINION
EL MUNDO QUE VIENE / HANS-GERT PÖTTERING
«Sin aprobación del Tratado Constitucional, la UE no puede ampliarse más, porque colapsaría»
EL NUEVO PRESIDENTE DE LA EUROCAMARA ES EL HOMBRE DEL SISTEMA POR EXCELENCIA. LLEVA CASI 30 AÑOS EN BRUSELAS Y ES UNO DE LOS POCOS LIDERES QUE SOLO HA QUERIDO HACER POLITICA EUROPEA. PRUDENTE E INSTITUCIONAL, EL DEMOCRISTIANO ALEMAN INTENTARA DARLE PASION A UNA UE EN CRISIS
MARIA RAMIREZ

CARGO: Presidente del Parlamento Europeo / EDAD: 61 años / FORMACION: Licenciado en Derecho, Ciencias Políticas e Historia / AFICIONES: Esquiar, nadar, andar, jugar a las cartas / LEMA: Buena voluntad, no inocencia / SUEÑO: Ver una UE fuerte y democrática, activa en el mundo y en Europa

Las manos de Hans-Gert Pöttering se mueven frenéticas para dar énfasis a sus palabras, pero siempre dentro de un marco perfectamente definido a su alrededor. No hay lugar para movimientos bruscos en un baile equilibrado y controlado de gestos. Eurodiputado desde 1979 -es uno de los seis supervivientes de las primeras elecciones al Parlamento-, el recién elegido presidente de la Eurocámara representa la quintaesencia de la clásica cortesía germana, con un toque de cercanía que le ha valido también fama de amable en los pasillos, a menudo fríos, de Bruselas y Estrasburgo.

Muy atento a las preguntas y cuidadoso a la hora de intercalar el nombre del interlocutor, el democristiano alemán habla siempre con la misma delicadeza y precisión, la de un político que difícilmente diría «Constitución» en lugar de «Tratado Constitucional». Acusado de aburrido o de adorador del consenso, Pöttering deja una posición de poder, el liderazgo del Partido Popular Europeo, para un cargo simbólico que afronta con la ilusión de quien es uno de los pocos apasionados por la UE desde el principio de su carrera. Por su papel, es capaz de renunciar a su ideología, incluso aunque se trate de religión (defendió que constara una referencia de Dios en la Constitución con firmeza): ahora sustituye el «yo» por el «nosotros» -la mayoría parlamentaria- de manera muy natural.

El sucesor de Josep Borrell aún conserva intacto el despacho del español, aunque su gabinete ya suena mucho a alemán, la lengua de moda este semestre de presidencia de turno germana de la UE y de devoción a la canciller Angela Merkel, la única líder de un país grande que queda en la Unión.

PREGUNTA.- ¿Ser presidente del Parlamento Europeo es el sueño de su vida como veteranísimo eurodiputado?

RESPUESTA.- Hubo una elección democrática y el Parlamento me votó para una posición con plena responsabilidad. Soy consciente de mis deberes. Estoy muy agradecido por la confianza y haré todo lo que pueda para cumplir con las ambiciones de mis colegas y con las que yo tengo para Europa, para hacer a la UE fuerte, democrática, transparente y creíble. Intentaré lo mejor dentro de mis posibilidades para que el proceso de unificación europea sea apoyado con la cabeza y el corazón por los ciudadanos de los 27 países de la UE.

P.- ¿No es un poco triste que, 50 años después de la fundación de la Comunidad Europea, aún tengamos que hablar de la lucha por la unificación?

R.- Europa necesita paciencia y pasión. Tenemos una larga Historia de 2.000 años o más y 27 identidades dentro de la UE; en ellas, existen muchos aspectos geográficos, culturales o mentales. Tenemos la gran labor y la gran ambición de lograr unidad a partir de esa variedad y, al mismo tiempo, mientras mantenemos la unidad, defender las diferencias. Éste es un proceso único en el mundo y no hay un trabajo ni tan difícil ni tan bonito como la construcción de la unidad en un continente tan variado. En 50 años, hemos conseguido muchísimo, como el mercado interior, la moneda única o el Parlamento Europeo, que fue elegido mediante sufragio universal directo por primera vez en 1979 y ahora es una de las instituciones más poderosas e influyentes, etcétera.

Lo más importante es que tenemos miembros que, hasta hace bien poco, eran parte del bloque comunista. La gente en esos países quería vivir en una sociedad basada en los Derechos Humanos, el Estado de Derecho y el respeto a los individuos. Y aquí hemos tenido mucho éxito. La ampliación hacia el Este ha significado mucho más que el final de la división de Europa; es la constatación de que tenemos valores comunes, que nuestra base para el desarrollo político es la misma.

P.- Sus palabras recuerdan mucho a las de la canciller Angela Merkel, ¿le gustó su discurso en el Parlamento, la semana pasada?

R.- Ella es mucho más joven que yo y creo que me ha escuchado mucho. Estoy contento de que estemos de acuerdo en las cuestiones básicas. Ella es de Alemania del Este y ha sufrido la falta de libertad.

P.- ¿Va a echar de menos el debate político o el poder como líder del Partido Popular Europeo?

R.- Soy presidente del Parlamento desde hace una semana. Hasta ahora, me gusta mi responsabilidad. No miro hacia atrás, miro hacia el futuro, porque quiero servir a la UE y a su gente.

P.- Algunos de sus ex colegas de partido le criticaron por hacer concesiones a los socialistas para asegurar su nombramiento. ¿Le molestan esos comentarios?

R.- Conseguí una amplia mayoría, mucho más allá del Partido Popular Europeo y del Socialista. Logré el apoyo de los liberales y el primer presidente que vino a mí fue el de este grupo. Siempre intento cooperar con los demás. Dentro de un rato veré a Martin Shultz [el portavoz de los socialistas]. Estoy bastante satisfecho con el apoyo que logré. Como presidente del Europarlamento, debo ser objetivo y quiero ser justo. Y espero que mis colegas también lo sean sobre mi trabajo.

P.- ¿Y no hay demasiado compromiso en la UE? Algunos explican así la frialdad de la política comunitaria...

R.- Sin compromisos, no hay éxito, Europa los necesita. Un colega, bastante importante, dijo que no me había votado porque en los últimos meses no había defendido los intereses de su país. Esto es indignante. Nadie es capaz de construir Europa si defiende o sólo mira hacia el interés de su país. Somos 27 y eso significa que debemos encontrar compromisos. Si no lo hacemos, como europeos no tendremos ninguna influencia mundial, porque nos quedaremos con 27 posiciones y, así, no se puede defender el interés común frente al mundo. La única manera de conservar nuestros intereses es alcanzar un acuerdo entre los Veintisiete y las instituciones europeas, y aquí el Parlamento tiene un papel muy importante. Europa es el compromiso.

P.- Pero parece que los miembros tienen dificultades en ver ese interés común, sobre todo si se habla de dinero: la UE sólo está ahí para darles ayudas o para robárselas...

R.- Es como en la vida personal. A todo el mundo le gusta el dinero. Si alguien muere, hay una distribución de la herencia... es un comportamiento normal quererlo, pero necesitamos solidaridad en la UE. Sin ella estamos perdidos, porque, al final, la solidaridad es siempre una carretera de doble dirección.

P.- Contra esta ola de antieuropeísmo, ¿es la Constitución la panacea para todos los problemas?

R.- La solución no es sólo el Tratado Constitucional, que fue aceptado por los españoles, algo que aprecio mucho. Quiero expresar mi gratitud a los españoles, grandes europeos, por haber votado a favor con una mayoría tan amplia. El Tratado Constitucional es un instrumento para nuestro éxito. No es perfecto ni puede serlo, porque nada en la Tierra lo es, pero es parte de la solución. Haré todo lo que esté en mi mano para que se cumpla la sustancia del Tratado.

P.- Pero si se aprueba un mini-mini tratado, como parece que es el objetivo, tampoco habrá grandes cambios...

R.- No me gusta esa expresión. Todavía no sabemos el resultado. Pero, pase lo que pase, el Parlamento Europeo apoya la conservación de las reformas institucionales y de la Parte II sobre los derechos fundamentales de los ciudadanos. Para obtener resultados, debe estar en la versión final.

P.- ¿Va usted a echar de menos la referencia a los valores cristianos?

R.- Como presidente del PPE-DE, defendí con fuerza la referencia a Dios y a la herencia judeo-cristiana, aunque fracasamos. Pero quiero decir a todos aquellos que apoyaban la idea que en el Tratado están los valores cristianos, como la dignidad del ser humano, los derechos fundamentales, el principio de solidaridad, el principio de subsidiariedad, el bienestar de los mayores o de los niños o la prohibición de la clonación. Otra gente puede llegar a las mismas conclusiones con diferentes creencias, pero, para mí, como cristiano, nuestro credo está en el Tratado Constitucional. Y no debemos olvidar que tenemos el artículo 52 sobre la Iglesia y las comunidades religiosas y la necesidad del diálogo con las instituciones europeas.

P.- ¿Por qué tienen miedo los políticos europeos a hablar de religión?

R.- No tienen miedo. Cada persona es libre de expresar sus posiciones en una sociedad pluralista y el objetivo de todo líder es llevar lo máximo posible de sí mismo y de sus convicciones a la política. Ésa es la base justa de nuestra cooperación.

P.- Pero, ¿por qué le cuesta tanto a la UE defender sus valores? El año pasado, los líderes europeos pedían perdón por las viñetas de Mahoma publicadas en un diario danés...

R.- Somos casi 500 millones de personas en la UE y no vivimos en un Estado totalitario donde todo el mundo debe pensar de la misma forma y tener la misma opinión. Eso sería terrible. Sólo hay un límite a la tolerancia, no somos tolerantes con la intolerancia. No hay continente ni comunidad donde haya tanta libertad basada en los valores aunque no siempre estemos de acuerdo con los de los demás. Tenemos un marco común, como se describe en la Parte II del Tratado Constitucional.

P.- ¿Es la Constitución conditio sine qua non para la ampliación?

R.- Creo profundamente que sí. No puedo imaginarme cualquier otra ampliación, aparte de la adhesión de Croacia, sin las reformas necesarias. No podemos extender la Unión más y más hasta que colapse, porque todo nuestro trabajo habría sido en vano y ése no es nuestro objetivo. Les pido a los que quieren más ampliación que primero cumplan con su deber para lograr los resultados necesarios.

P.- Una buena zanahoria para los británicos...

R.- Ésa es su conclusión.

P.- Usted era contrario a ofrecerle la candidatura a Turquía, ¿sigue siéndolo como presidente del Parlamento?

R.- En primer lugar, me gustaría reconocer a las fuerzas de seguridad de Turquía por haber encontrado tan rápido al asesino del periodista armenio Hrant Dink. Esto demuestra que ese país está cada vez más desarrollado. Las negociaciones entre Turquía y la UE siguen. A pesar de mi opinión personal, estoy, estamos, a favor de la continuación de las negociaciones para impulsar las reformas en Turquía. En la UE debemos ayudar al país a seguir por este camino.

P.- Es decir, ¿a través de la adhesión?

R.- El Consejo Europeo lo ha decidido así.

P.- Es curioso, sobre todo para un presidente conservador del Parlamento Europeo, que su prioridad sea el diálogo con los musulmanes. ¿Cómo va a hacerlo?

R.- Desde 1999, he visitado 16 países árabes o musulmanes, y me he dado cuenta de que el diálogo de culturas es uno de los grandes retos que afrontamos para el futuro. Me gustaría contribuir como presidente del Parlamento Europeo a aumentar el diálogo de culturas, en particular con el mundo islámico. Como europeos, queremos cooperación, asociación y posiblemente amistad con el mundo islámico.

P.- ¿Está proponiendo la Alianza de Civilizaciones como Zapatero?

R.- Se basa en el mismo tipo de razonamiento, pero prefiero la expresión diálogo de culturas, porque las culturas son diferentes. Tenemos que darnos cuenta de que somos distintos y, a partir de nuestra diferencia de creencias, cooperar y ser tolerantes. Eso no significa que debamos renunciar a nuestras convicciones: debemos respetar, no aceptar, las de los demás.

P.- ¿Piensa viajar a Oriente Medio para este diálogo? ¿Cree que con el caos actual van a tener tiempo para sentarse con el presidente del Parlamento Europeo?

R.- Quiero que una de mis primeras visitas, si las circunstancias lo permiten, sea a Israel, Palestina y el Líbano. Espero que sea posible, es una necesidad.

P.- ¿Ha hablado con Solana del plan?

R.- Tengo muy buena relación con el Alto Representante [para la Política Exterior y de Seguridad Común de la UE] y le aprecio muchísimo. Estamos en contacto permanente.

P.- ¿Así que va a mejorar a partir de ahora la relación entre el Consejo y el Parlamento?

R.- No sé con qué lo compara, pero sólo puedo decir que compartimos el interés común del bienestar de la UE y, sobre esta base, vamos a cooperar muy bien.

P.- Pues el martes, los eurodiputados de la comisión de investigación sobre los vuelos de la CIA se quejaron duramente de la falta de colaboración de Solana y el Consejo de la UE con el Parlamento.

R.- No he leído el informe final. Prefiero esperar hasta que se apruebe en el Pleno, el 14 de febrero en Estrasburgo.


«La muerte de mi padre en la guerra me empujó a trabajar por la amistad en Europa»

Su cortesía se confunde, a veces, con distancia y su reserva, con frialdad. Pero Hans-Gert Pöttering, mucho más afable que algunos de sus predecesores en el cargo de presidente del Europarlamento, como cuentan los funcionarios veteranos, esconde muchas historias y una personalidad compleja. Así lo demostró con sus confesiones familiares durante un discurso por el 60 aniversario de la Segunda Guerra Mundial.

Su padre, enviado por el Ejército nazi al frente, volvió a casa una Navidad y dejó embarazada a su madre, pero nunca regresó para ver nacer al pequeño Hans-Gert. Unos meses después, se le dio por desaparecido, sin más detalles. El pequeño se pasó así los diez primeros años de su vida, y tal vez muchos más, aguardando el regreso del padre que él nunca conoció y que la familia imaginaba, quizás, había terminado prisionero en alguna cárcel europea por una causa que él denostaba. En 1955, lo declararon oficialmente muerto, pero los Pöttering, católicos fervientes, quedaron marcados por una eterna espera.

¿Le importa la repentina publicidad? ¿Se le hace raro que los periódicos hablen de su padre?

- No he hablado mucho de eso hasta ahora. Pero la muerte de mi padre al final de la guerra -yo nací en septiembre- tuvo ciertamente un efecto psicológico en mi ambición de ser un político que trabajara por la amistad de la gente en nuestro continente, en un continente de millones de personas y donde hay que estar seguros de que aquello no vuelva a suceder nunca más. Estoy dando un pequeño servicio para construir esta amistad y cooperación, para la libertad de los europeos.

¿Cómo le influyó su familia y su entorno en sus elecciones profesionales?

- Estoy muy pegado a la tierra, me siento muy cercano a la región donde nací y la sigo considerando mi base. Europa no empieza en Bruselas o en Estrasburgo, empieza donde te sientes en casa y, para mí, se trata de un condado de la Baja Sajonia, donde nací y donde vivo. Me gusta la mezcla del apego a la tierra y la apertura a Europa. Alemania es mi país, Europa es mi continente y me siento responsable frente al mundo. Todas estas identidades juntas forman una combinación muy bonita.

¿Nunca quiso hacer política en su país?

- Para mí, Europa siempre ha sido la prioridad política y nunca he pensado en una carrera en la política nacional. Soy y seguiré siendo un europeo totalmente comprometido. Mi vida política es Europa.


LA CUESTION

- ¿Qué le parece la iniciativa española de reunir sólo a los países que han aprobado la Constitución Europea y después, o eso ha intentado, a los que no lo han hecho? ¿No hay un riesgo de dividir a los Estados miembros entre 'buenos' y 'malos'?

- No quiero interferir en la reunión de ayer, organizada por los gobiernos español y luxemburgués, en la que participaron 18 Estados miembros. No quiero crear una psicología de los 'buenos' y los 'malos'. Tenemos que evitar la fractura y arreglar este asunto todos juntos. Espero que la reunión de Madrid sea una contribución para lograr este objetivo.

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