MARÇAL SINTES
El único socio del tripartito que no sólo no se hundió sino que obtuvo unos magníficos resultados en los comicios catalanes del 1 de noviembre fue IC-EUiA. Montilla debía, pues, otorgarles el premio correspondiente. Las responsabilidades de Interior no eran lo que Saura prefería, pero fue lo que el PSC puso sobre la mesa. Por dos motivos. Porque lo que ambicionaba no estaban los socialistas dispuestos a soltarlo y porque calcularon que entregar los Mossos d'Esquadra a los que se jactan de ser la izquierda de debò sería una bomba de relojería en los bajos del discurso y la estrategia de los poscomunistas. Era pues una cuestión de necesidad mezclada con un atrevido cálculo maquiavélico. Una trampa. Todo lo contrario, por cierto, que permitir, como de momento están haciendo el PSC y Esquerra Republicana, que Saura y compañía gestionen la memoria histórica catalana, que van a intentar convertir en una palanca a favor de la hegemonía cultural amén de pretexto para el reparto de millones entre los historiadores amigos. Pero tiempo habrá de profundizar en la llamada ley del memorial democrático cuando se apruebe en el Parlamento.
Apenas constituido el tripartito montillista, empezaron las discusiones, dentro de la propia Iniciativa y fuera de ella, sobre el asunto de Saura y los Mossos. Como decíamos, a los poscomunistas no les ha ido nada mal electoralmente hablando, ya que, por una dinámica de vasos comunicantes, se han beneficiado de los problemas estructurales que padece el socialismo en Cataluña. Hay muchos catalanes a quienes, por uno u otro motivo, les incomoda votar al PSC. La alternativa es hacerlo por Iniciativa, operación que, amén de tranquilizar la conciencia, es garantía de que quien verdaderamente gestionará el poder van a ser los pragmáticos socialistas. Resumiendo, el negocio político de Iniciativa per Catalunya se basa en cosechar los terrenos radicales a la izquierda de los socialistas para luego canjearlos con el propio PSC por sillones a compartir.
A finales de los años 80, IC adoptó el feminismo y el ecologismo como banderas, además de cultivar las esencias progres. Más adelante, incorporó la multiculturalidad y se sumó con entusiasmo al movimiento antiliberal y antiglobalización. Sin embargo, la bancarrota comunista la dejó huérfana de una propuesta articulada, que abrazara y armonizara la complejidad contemporánea y la proyectara intencionalmente hacia el futuro. En resumen, sus planteamientos son críticos con el rumbo general, fragmentarios, ingenuos y no desembocan en un modelo general que ofrecer.
Que Joan Saura -emparejado sentimentalmente con Imma Mayol, que desde el coche oficial sigue solidarizándose con los okupas y considerándose antisitema- esté al mando de los Mossos pone en crisis la marca y el invento. Porque se trata nada más y nada menos que de la policía, pero también porque la seguridad se da de bofetadas con el resto de mercancía sentimental e ideológica con que Iniciativa se ha venido ganando la vida hasta ahora.La pieza de los Mossos no encaja. Por todo ello y a la vista del silencio y la sumisión al presidente Montilla y al PSC por los que ha apostado la cúpula de ERC, no hay que descartar que Saura, quien consiguió aparecer como el sereno pacificador del primer tripartito, se convierta en constante motivo de polémica a lo largo del segundo.
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