Irati Aranzábal Zuloaga es la chica que estuvo con él en fin de año en el hospital madrileño. Su novia. Ella tenía 27 años cuando, hace casi dos, empezó a visitarlo en la cárcel algecireña de Botafogo. Irati milita en Etxerat, un colectivo de familiares de presos etarras que organiza tours por la geografía carcelaria española.

A Iñaki no lo visitaba nadie. Ni su hermana Altamira -ex simpatizante ahora alejada de la causa- ni su madre, ya muy mayor. E Irati entabló amistad con él. De Juana no es un hombre que deje de tener cierto atractivo. De trato amable, casi frío, los años de cárcel le han permitido forjarse una sólida cultura. Y su autoalimentado encanto de gudari se ve reforzado por el aire romántico de hombre solitario al que ya ni sus ex compañeros de armas dirigen la palabra. Irati, además, se ha educado en una familia de enconado abertzalismo en Mondragón, y pertenece a la misma generación que los cachorros que, desde el inicio de la huelga, han convertido a De Juana en su Braveheart particular. Pese a que la dirección etarra hace años que no soporta sus caprichos individualistas.

Irati Aranzábal fue la que lo convenció de que abandonara la primera huelga de hambre, que se prolongó del 7 de agosto al 9 de octubre. Ahora lo va a tener más difícil. La situación mental de De Juana ya no es fuerte. Su estado de extrema debilidad -ha bajado de 89 a 53 kilos entre el 7 de agosto de 2006 y el 22 de enero pasado- lo mantiene en un estado casi de seminconsciencia.

Funcionarios de la cárcel de Botafogo recuerdan los primeros síntomas preocupantes de desequilibrio en De Juana. El 11 de enero de 2005 el juez Fernando Grande-Marlaska -que el jueves votó en contra de la reclusión domiciliaria del reo- imputaba al etarra dos nuevos delitos por dos artículos publicados en Gara en los que señalaba seis posibles objetivos para la banda. Todos, funcionarios de prisiones. De Juana iba a ser excarcelado un mes más tarde. La imputación de Marlaska iba a impedirlo. El etarra cayó en una profunda depresión.

BOICOTEADO

Pero no sólo él se vio afectado por la resolución judicial. Su compañero de módulo José Antonio López Ruiz, el histórico Kubati (asesino de Yoyes), empezó a boicotearlo y a despotricar contra él ante los otros seis etarras que convivían allí. Le echaba en cara su individualismo, y achacaba a sus actitudes no consensuadas problemas de quizá más largo alcance, como la aplicación de la doctrina Parot que limita la fusión de penas. Sólo Iñaki Etxeberría, Mortadelo, le dirigía la palabra. Y, con bastante permisividad por parte de la dirección de la cárcel, la también etarra Inmaculada Noble -reclusa del módulo de mujeres-, recibía permisos para verle.

«Ahora la pelota está en el tejado del Gobierno, porque a ETA le da exactamente igual lo que le pase. Antes, [De Juana] les molestaba. Fíjate que tardaron bastante tiempo en dar a conocer a los suyos que éste había dejado de comer [Gara esperó dos semanas para difundir la noticia de la primera huelga de De Juana, sin rentabilizar el acto heroico para adoctrinar a los cachorros]. Ahora, si el cabrón éste la palma, ya tienen a su mártir, y van a empapelar San Sebastián con la foto del tío en el hospital de aquí a dentro de 50 años. Y si el Gobierno in extremis evita que se muera aplicando cualquier medida de gracia, tienen una victoria política», señalan fuentes policiales de lucha antiterrorista.

Otras fuentes sospechan que, con el intento de los cuatro magistrados de la Audiencia que votaron a favor de la preventiva domiciliaria, se trataba de mantener la estabilidad de los interlocutores actuales. Por una parte, en el brazo político, la situación de Otegi es tan débil que se habla de un posible relevo en la cúpula de Batasuna. «La caída de Otegi y la llegada de Rufi Etxeberría sería un palo para Zapatero. Tendría que empezar de cero. Y se quedaría sin [Jesús] Eguiguren, que es el que habla con ellos porque ha tenido trato con Otegi y con Ternera».

Eguiguren, presidente del Partido Socialista de Euskadi, fraguó las actuales conversaciones con contactos informales antes de que el PSOE llegara al Gobierno, en la época en que coincidió en el Parlamento vasco con Josu Ternera.

El actual -algunos ya dicen «presunto»- número uno de la banda, tampoco tiene el cargo asegurado. El Gobierno puede haber pactado concesiones, pero hasta ahora la izquierda abertzale no ha tenido en su poder ningún signo visible con el que apaciguar los ánimos de las bases independentistas. El único símbolo contundente que han sacado de este alto el fuego ha sido la imagen de De Juana levantando el puño en la cama del hospital algecireño de Punta de Europa.

Quieren liberar a De Juana como aquella otra dirección que en 1992 planeó su fuga en helicóptero de la cárcel de Sevilla-2. En una época en la que De Juana y su antiguo amigo Kubati habían sido propuestos para integrar la mesa de negociación. Circunstancia que 16 años después quiere revivir parte de la izquierda abertzale. Y quizá el propio De Juana. Que ya ha conseguido situarse en el centro de interés en la negociación. «Aquí y allí. ¿Por qué no iba a ser el portavoz del frente de presos en la mesa de negociación? Eso es lo que piensan algunos allí. Y de esa manera a lo mejor lo sacan..., o le dan protagonismo y se queda contento. ¿Y aquí? Los del otro lado también estamos dando más importancia a De Juana que a los dos ecuatorianos que murieron en la T-4. A este tío le está saliendo todo muy bien, aunque se muera».

No es la primera vez que De Juana actúa por libre y le sale bien. En 1993, Instituciones Penitenciarias remitió a las fuerzas de seguridad la grabación de una conversación pinchada en la que se quejaba del abandono al que tenían sometidos a los presos tanto HB como ETA. Y su vanidad de líder no entendía que ni el brazo armado ni el político le mantuvieran al tanto de las estrategias futuras. «Yo no tengo por qué aguantar que todas las mañanas me pisen el cuello y ver desde mi celda cómo van con la bolsita para hacer el vis-à-vis, y si ése es el proyecto, a mí no me vale... He tenido un nivel de militancia equis y cuando caigo soy un cero a la izquierda». Trece años después, ha dejado de serlo.